Opinión

Ruptura intelectual

Ruptura intelectual

Namphi Rodríguez

Juan Bosch, Juan Isidro JimenesGrullón, Roberto Cassá, Frank Moya Pons y Franklin Franco son los responsables de la emergencia de una historiografía científica que rompió con la herencia del colonialismo intelectual y del trujillismo en la República Dominicana.

Sus manuales de historia social tienen el mérito de construir un nuevo discurso histórico basado en el contexto socioeconómico del pueblo dominicano, que dejan atrás la vieja narrativa personalista y caudillista de los historiadores tradicionales, quienes no alcanzaron a hacer un enfoque relevante de las relaciones de producción, las luchas de clases y las ideologías en nuestro pasado.

Hasta los trabajos de estos intelectuales, aparecidos a partir de los años setenta del siglo pasado, gran parte de la tradición historiográfica dominicana se perdía en extensos relatos de hechos y perfiles de personajes muchas veces plagados de errores, prejuicios ideológicos y racismo.

En otras palabras, daban una excesiva importancia a los hechos y a personajes políticos sin vincularlos a un contexto socioeconómico e internacional que permitiera al lector entender en qué escenario se desenvolvían los acontecimientos. Próceres como Gregorio Luperón o el propio Juan Pablo Duarte fueron objeto de estos enfoques mostrencos.

Los ensayos de estos historiadores superaron, desde el punto de vista ideológico, el hispanismo como mito en nuestra historia y se distanciaron del sesgo antihaitiano que había pesado sobre nuestra intelectualidad.
Sobre este último aspecto, el antihaitianismo de nuestros intelectuales, hay que entender que en el siglo XIX la dominicanidad se fragua y se reafirma frente a Haití, por lo que para la mayoría de los intelectuales de la época el antihaitianismo es un proceso “natural”, como fue el antidominicanismo para los historiadores haitianos.

Otro aspecto de gran importancia en los trabajos de estos cinco historiadores fue la ruptura con el “sustrato de la historia oficial del trujillismo”, que seguía llamando a ese período de oscurantismo la Era de Trujillo y no la dictadura de Trujillo.

El país debe planearse reivindicar la enseñanza de la Historia dominicana partiendo del enfoque que estos cinco intelectuales lograron sistematizar.

Muy especialmente porque ellos se colocaron por encima de las luchas ideológicas de nuestros autores, en un país donde siempre ha habido fricciones entre intelectuales al punto de que los padres de la Patria son el producto de un decreto de un dictador como Lilís por la disputas entre don Emiliano Tejera y José Gabriel García.

El rigor de los trabajos de Bosch, Jimenes Grullón, Cassá, Moya Pons y Franco pone de manifiesto la plena conciencia que tuvieron estos intelectuales sobre el devenir de la sociedad dominicana y la necesidad de afianzar nuestros símbolos identitarios sin caer en los chauvinismos que consumen a muchas naciones.

El Nacional

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