Opinión

Salud y educación

Salud y educación

Con el reinicio de la docencia, el tema de mayor conversación entre amigos y vecinos es sin dudas el gasto en que incurren para que sus hijos puedan seguir en las escuelas/colegios públicos y privados. Algo está fallando. La gente en la calle sólo habla de cuánto gastaron en libros, uniformes, en inscripciones u otros conceptos. Entre otras alteraciones presupuestarias, hay instituciones que piden hasta el papel sanitario que está supuesto a utilizar el niño o adolescente durante sus clases.

La gente sencilla o económicamente en desventaja respecto de otros con ingresos competitivos están con la queja al cielo por el costo de la educación y de la salud, muy a pesar de los esfuerzos gubernamentales en aras de que el Estado pueda proteger al que menos puede elevando la calidad de tales servicios. Igual oigo a miembros de la clase media. Al ciudadano de ingresos modestos o relativamente bajos se le observa atrapado, aunque llenos de esperanza todos.

En estos días he visitado a algunas personas amigas en centros de salud públicos, unos, otros en el sector privado. Es el mismo drama. Posiblemente, las teorías nos enseñan sobre la composición de la canasta básica pero la realidad es otra. En la estructura de los ingresos hay como destino común del dinero la calidad de vida, aspecto que sigue siendo una aspiración muchas veces frustrada.
Hemos avanzado en materia de educación y salud. Hablar de la infraestructura y cobertura es hoy muy distinto a diez o quince años atrás. Hay progresos notables. Hasta en la conciencia de los profesionales de la medicina y del sector educativo. El detalle está en la capacidad económica del ciudadano, en sus limitaciones financieras para alcanzar algunos mínimos de calidad en su vida.

Quisiera hablar de números, llenar estas líneas de estadísticas, de la contabilidad de cada hogar en relación a oferta y demanda de sus necesidades esenciales pero prefiero limitarme a vivencias de estos días de mi andar por las calles. Y creo que mucha gente se endeuda para cubrir determinados gastos anuales o agendados, razón por lo cual he tratado de convencerme de que algo simple: la necesidad de rescatar la posibilidad de ahorrar devolviéndome al dinero poder adquisitivo.

El Nacional

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