Opinión

Santo y limosna

Santo y limosna

En palabras del papa Francisco, la corrupción es un proceso de muerte que se ha vuelto habitual en la sociedad. “Es un mal más grande que el pecado”.

En nuestro país, este flagelo se ha vuelto natural, al punto de llegar a constituir un estado personal y social ligado a la costumbre, una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras, en las contrataciones públicas, en cada negociación que implica a agentes del Estado.

“El corrupto se cree un vencedor”, explicó el Papa. En un ambiente de triunfalismo, esta persona se pavonea para menospreciar a los otros. El corrupto no conoce la hermandad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad”. “el corrupto no percibe su corrupción”.

Es como el mal aliento: “difícilmente quien lo tiene se da cuenta, son los otros quienes se percatan y deben decirlo”.

Al igual que millones de dominicanos me siento indignado por los fraudes contra la administración pública, (Punta Catalina, los tucanos); el ejercicio desleal en las administraciones de CORDE, OISOE; así también con los obstáculos al libre ejercicio de la justicia, que es como una red que captura solo los peces pequeños, mientras deja a los grandes libres en el mar.

Callar ante este estado de cosas, no es solo indiferencia sino complicidad, en tal sentido me sumo al movimiento que propicia las marchas pacíficas y la recolección de firmas, para reclamar el fin de la impunidad y la designación de una justicia imparcial. Para nuestra satisfacción, este movimiento dirigido por grupos independientes, no partidistas, ha prendido fuertemente en la golpeada clase media.

Recientemente, el Papa admitió que también en el Vaticano hay prácticas corruptas y acusó a cardenales y obispos de vivir como príncipes en complicidad con quien satisfaga su interés. No es de extrañar la indiferencia de la cúpula de la iglesia católica ante estos reclamos populares, más bien consintió que Agripino dirigiera la llamada “Comisión de Reputación”.

Al aproximarse la fecha en que el Senado debatirá el código sobre aborto terapéutico, algunos obispos han hecho declaraciones a favor del movimiento contra la impunidad, que mas bien parecen interesados en chantajear al gobierno, intimidándolo para que acepte sus insensatos reclamos. Tal como dice el refrán “alzarse con el santo y la limosna”.

El Nacional

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