De la República, para el cuatrienio 2020-2024. Soltero o casado, es igual. Con casa propia durante décadas, y que no tenga necesidad de mudarse a otra lujosa. Con vehículo también propio, sin importar marca o modelo. A quien la posesión de ambos bienes no agregue, necesariamente, valor a su condición y reputación de hombre serio, trabajador y responsable. El hábito no hace al monje.

Que, por lo menos, haya sembrado un árbol y escrito un libro. Nada ennoblece más que el amor al trabajo, el apego al campo y la buena lectura. Que, preferiblemente, esté distante o no sea miembro de uno de los partidos políticos del sistema.

Pertenecer a uno de los dos mayoritarios lo descalifica como opción por el momento. Los movimientos sociales que cobran fuerza reflejan el sentir popular, por tanto, rechazan las ofertan que provengan de esas porciones.

Que la Presidencia de la República no represente su único medio de ingreso personal. Su exitosa vida profesional y fortuna empresarial y familiar le proveen los recursos necesarios para sus obligaciones y compromisos sociales.

Que haya cuidado, con esmero, su formación académica, profesional y laboral, poniendo énfasis en las relaciones económicas y sociales, sin dejar de incluir el amor por las bellas artes y la capacitación. Al igual que Nicanor Parra, sepa que “El poeta es un hombre como todos / Un albañil que construye su muro: / Un constructor de puertas y ventanas (…) / El poeta está ahí / Para que el árbol no crezca torcido”.

Que, a propósito, sepa clavar un clavo, poner un bombillo, colgar un cuadro o arreglar un portón desvencijado.