Opinión

Se le fue la lengua

Se le fue la lengua

Un héroe es un ser que encarna los valores de una sociedad, se enfrenta a situaciones críticas con valentía, es capaz de realizar acciones admirables y beneficiosas para el colectivo y, gane o pierda en su epopeya, muere finalmente con arrojo.

Los héroes mitológicos lo son por ser sobrenaturales; los épicos tienen carácter puramente humano. Los primeros son hijos de dioses o semidioses, mientras que los segundos se significan por varios elementos comunes, que conforman su singular naturaleza.

Para acceder a la categoría de héroe es necesario recorrer un camino difícil y angustioso, un camino pleno de amenazas y de privaciones que, como la vida misma, siempre termina en tragedia.

Ese camino de esfuerzos, valentía y sacrificio, que usted don Alvaro no ha tenido el valor de recorrer, sino que siempre actúa postrado al poder de turno, sin ideología ni posiciones propias que defender.

Juan Pablo Duarte fue un hombre honesto, valiente, entregado a su estirpe, seguro de sí mismo, y perseguidor de sus objetivos con inusual determinación, sin reparar en dificultades ni obstáculos. Esa es la diferencia entre un verdadero héroe y un mendigo de favores y privilegios.

Debido a la inversión de valores que arropa nuestra sociedad, como resultado de los disparates e insultos que se dicen y escriben en los medios de comunicación, la palabra héroe ha sido banalizada y, en cierto modo, desprovista de su profundo contenido.

No le quede dudas don Alvaro que Duarte fue un verdadero héroe, y aún hoy sigue siendo el dominicano más puro y digno de honras, y sólo de los labios de personas fuera de sus facultades mentales pueden salir cuestionamientos a su entrega y arrojo para que hoy disfrutemos de la nacionalidad dominicana.

Cualquiera en sus cabales se retractaría, ya que insultar al padre de la patria es una acción deleznable que merece el repudio de toda la sociedad.

Dicen en mi pueblo que la lengua es el castigo del cuerpo, y la Biblia plantea que en las muchas palabras no falta el pecado; de modo don Alvaro que ponga frenos a su lengua cuando se refiera al patricio Juan Pablo Duarte.

El Nacional

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