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Se oculta niña hispana de madre ilegal en EU

Se oculta niña hispana de madre ilegal en EU

Washington  (BBC Mundo).-  Daysi recordó el drama familiar que sufren los 12 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

En Estados Unidos todo aquel que participe en la discusión sobre la tantas veces postergada reforma de las leyes de inmigración conoce a Daysi Cuevas, la niña que con un par de preguntas tan inocentes como incómodas desbarató la retórica pro-reforma de la Casa Blanca .

La expresión en ingles “poster child” (niño del afiche) se usa para reflejar que alguien es emblemático de un tema. Viene de la costumbre de colocar rostros de niños en los afiches promoviendo cruzadas contra la pobreza o el hambre en el Tercer Mundo.

De alguna manera esto fue lo que le sucedió a Daysi, quien se convirtió de la noche a la mañana en la “niña del afiche” del drama que sufren las aproximadamente 12 millones de personas que se calcula viven sin documentos en Estados Unidos.

En una escuela local, New Hampshire Estates, la semana pasada Daysi le contó a la primera dama, Michelle Obama, del temor que siente de que su madre sea deportada por carecer de documentos de residencia. Y lo hizo justo cuando Obama visitaba la institución acompañada de su homóloga mexicana, Margarita Zavala.

Pero después de este episodio Daysi desapareció del radar junto a su madre, quizás temerosa de ser encontrada por el Servicio de Inmigración, que seguramente la enviaría de regreso a su país de origen, Perú.

Activistas de Casa de Maryland, una organización de defensa de derechos humanos reconocida y respetada en el sector, aseguraron a BBC Mundo no haber logrado contacto alguno con la familia Cuevas, a la que quieren proporcionarle asesoría legal para evitar la deportación.

“Se sacan cejas”

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Buscando a Daysi Cuevas me encuentro una centroamericana que reside en el norte de Washington DC.

Gente, negocios, costumbres, comidas y músicas, todo me remite a un rincón de América Latina que no es ninguno en particular pero que tiene de todos al mismo tiempo.

El lugar bien puede tener el muy anglosajón nombre de Takoma Park, pero su esencia es hispana.

Es como cualquier suburbio estadounidense, sólo que los nombres de los establecimientos son españoles, los servicios que se ofrecen son los que se verían en cualquier barriada latinoamericana.

Restaurantes salvadoreños y mexicanos, muchas peluquerías, y hasta un negocio con un cartel en español que promociona que se “se sacan cejas”.

En el estacionamiento de un centro comercial hay un grupo de hombres de varias edades. Son trabajadores temporales que aguardan a que alguien les ofrezca alguna tarea.

Los inmigrantes indocumentados son un colectivo que vive en la sombra.

Hasta aquí llegan las similitudes en lo físico, porque el alma del lugar parece dominada por la desconfianza.

Aquí no funciona eso de que “hablando se entiende la gente” y no es mucha la información que se logra sacar del lugar.

Cuando aparece la cámara fotográfica del reportero, los trabajadores temporales huyen en diferentes direcciones, cabizbajos, evitando mostrar el rostro.

Todos parecen compartir el miedo de la familia de Daysi, que al fin y al cabo es el miedo mismo que ellos experimentan cada día.

Su permanencia en Estados Unidos, y por tanto su modo de vida, es una ruleta que puede detenerse cuando “la migra” (el Servicio de Inmigración) los agarre.

Por eso, a pesar de que les hablo en el mismo idioma, nadie parece dispuesto a ayudarme en la búsqueda de la familia de Daysi.

“La ‘migra’ se disfraza”, me dice un señor al tratar de explicarme porque pese a que también yo soy “hispano” nadie quiere hablarme del tema.

En la escuela tampoco dan información. En este caso, porque protegen la privacidad de un menor de edad. Las leyes federales no permiten verificar su estatus migratorio y por eso aseguran que seguirán dándole clases a Daysi, si ella quiere seguir asistiendo.

El 60% de los que van a esta escuela son de origen hispano y los directivos están muy orgullosos de los niveles académicos que ostentan. “Entre los más altos del país”, me asegura la portavoz.

Me imagino lo difícil que debe ser para una niña como Daysi entender que su familia no pertenece a una ciudad, donde muchos son iguales a ella, por carecer de documentos de identificación.

Esa quizá haya sido la esencia de su pregunta crítica a Michelle Obama: ¿Por qué su familia debe vivir con el temor de ser deportados sólo por no tener los papeles en regla?

Claro que no es detalle menor violar la ley para quedarse en un país extranjero, pero debe ser difícil de poner en términos claros para que lo entienda una niña.

Este dilema lo padeció la primera dama estadounidense, que ante la insistencia de la niña recurrió a un discurso sobre la necesidad de trabajar con el Congreso, que pareció más propio de un político buscando ofrecer excusas.

Ese es un estilo que conocen bien en Takoma Park, como en buena parte del país, los inmigrantes indocumentados. Un colectivo que vive a la sombra, aprovechando huecos en el sistema de inmigración, pero expuestos a abusos de empresarios inescrupulosos.

Un apunte

Drama hispanos

La exposición de la niña Deysi Cuevas  a la primera dama estadounidense recordó el drama familiar que sufren los 12 millones de indocumentados hispanos que viven en Estados Unidos y luchan por legalizar su situación migratoria.

 Diversos grupos  reclaman   una reforma migratoria para que millares de indocumentados puedan legalizar sus estatus migratorio.

El Nacional

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