A la Lotería Nacional se le peló el billete al utilizar la imagen de Juan Bosch en las quinielas del sorteo del domingo. La “lambonería”, que es de lo que se trata, encontró un contundente rechazo en Josefina Pérez Gaviño, sobrina del expresidente de la República. De haber sido en homenaje a Bosch, el administrador de la Lotería, José Francisco Peña Tavárez, no se hubiera atrevido a tanto. Bosch no solo era opuesto a los juegos de azar, sino a las lisonjas y todo tipo de culto a la personalidad.
Con razón, su sobrina ha señalado que vincular un hombre de la estatura de Bosch a la venta de lo que constituye un vicio “es una falta de respeto mayúscula”. El papelón de la Lotería es una vergüenza que subsanará con un perdón a los familiares. Pero la indignación de familiares y no familiares está bastante justificada. El rapapolvo es para que Peña Tavárez aprenda a manejar la semiótica, aunque los reconocimientos desde del Gobierno a la figura de Bosch estén a la orden del día.
