Opinión

Separar el trigo de la paja

Separar el trigo de la paja

Gobierno, clase política, empresariado y mentada sociedad civil tienen la indeclinable encomienda de mantener encendida la llama del diálogo útil y provechoso para poder separar el trigo de la paja y guardar el trigo bueno en el granero.

Cuando se ha expresado sincera voluntad dialogante, se han producido significativos acuerdos políticos, económicos y sociales, como la aprobación de la Estrategia Nacional de Desarrollo, el Pacto Educativo y hasta una nueva Constitución política.

La cultura del consenso debería promoverse de noche y de día, en paralelo a la lucha política, competencia empresarial o agenda de reclamos ciudadanos, para lo cual se requiere que la sociedad reconozca y premie a los sectores que promueven diálogo, acuerdos y desechan conflictos.

No se aspira a que el liderazgo nacional acuda en masa a misa los domingos ni a que acumulen debajo de la alfombra legítimos reclamos, derechos o anhelos; lo que se pide es que todos ayuden a impulsar una agenda única de urgencias nacionales.

El pacto eléctrico y el pacto fiscal constituyen compromisos ineludibles del liderazgo nacional, comprometido a convertirlos en realidades que coadyuven con el crecimiento y desarrollo del país, así como con la justa redistribución del ingreso público.

Lo mismo debe esperarse de las discusiones en torno a los proyectos de leyes de Partidos, Electoral y de un nuevo Código Penal, entre otras iniciativas congresuales que navegan en oleaje de intereses partidistas y eclesiales.

Sobran los temas y espacios de debates o confrontación política, corporativos o comunitarios, por lo que un deseable acuerdo nacional sería el de no afectar la agenda primaria con sectarismo irracionales ni oportunismos indeseables.

La sociedad requiere que Gobierno, partidos, empresariado y sociedad civil cumplan con su obligación de aprobar en el menor tiempo posible los pactos eléctrico y fiscal, así como las leyes de Partidos Políticos, Electoral y el Código Laboral. Urge separar el trigo de la paja.

El Nacional

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