Opinión

Ser o no un partido

Ser o no un partido

Orlando Gómez Torres

El llamado “Movimiento Verde” o de la “Marcha Verde” se ha erigido en nuestro país como el más relevante punto de crítica sobre el actual estado de la nación y su sistema político.

El movimiento ha mantenido sus reclamos tanto al Gobierno como a los partidos de la oposición, los cuales ve como cómplices en la problemática de la corrupción y la impunidad. Hoy en día muchos debaten el futuro de ese movimiento, algunos favoreciendo que este conserve el delicado balance de mantenerse “apolítico” y otros, con buenas o malas intenciones, sugiriendo que este se convierta en un movimiento político. Yo me incluyo entre los que favorecen esto último, pero con buenas intenciones.

Contrario a movilizaciones locales similares del pasado como el 4% a la educación, la marcha por los Haitíses y Loma Miranda, el objetivo declarado del “Movimiento Verde” es mucho más abstracto. Mientras los reclamos anteriores tenían un objetivo claro donde se definía la victoria y, en casi todos los casos, el fin de la lucha, un movimiento que reclame una cultura de transparencia y el fin de la impunidad en un país como República Dominicana va a carecer de un final definitivo.
Resulta más que evidente que dentro de los principales activistas del “Movimiento Verde” convergen personas de diferentes ideologías socio-políticas e incluso personas ya activas en diversos partidos políticos, lo que resultaría una barrera natural a cualquier intento de hacer dicho movimiento un partido. Pero esa barrera ciertamente no es irremontable.
La creación de partidos políticos orientados a objetivos específicos es algo común alrededor del mundo, desde los Partidos Verdes (enfocados a la protección del medio ambiente y al movimiento ecológico) a los Partidos Piratas (que giran alrededor de los derechos cibernéticos y reformar los derechos de la propiedad intelectual), estos partidos por su mera existencia impulsaron cambios decisivos en sus sociedades al forzar a los partidos tradicionales a adoptar esas propuestas en sus plataformas. Sin tratar de abarcar temas generales, y cohesionando sus fuerzas alrededor de un motivo específico, continuo e incluyente, estos partidos no solo han influenciado la forma de hacer política en sus países, sino que han logrado impactos significativos de alcance global.
En el mejor de los casos, y tal cual y como está, el “Movimiento Verde” podría lograr algunas concesiones particulares menores del Poder Ejecutivo y el Congreso.

Pero este podría tener un impacto mayor constituyéndose como un ente político permanente, con capacidad de incidir en lo electoral, y sirviendo de ejemplo activo de buenas prácticas en el ejercicio de la política, la institucionalidad y la transparencia.
Esto no solo aportaría un cambio de discurso más que bienvenido para nuestra estancada política partidista, sino que pudiera servir como incentivo permanente en la consecución de sus principales objetivos.

El Nacional

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