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Si fuera político estaría en el PRD

Si fuera político estaría  en el PRD

Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, a su llegada al país el 5 de julio de 1961.

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Desde los tiempos inocentes y románticos de la post adolescencia que coincidió con el ingreso del escritor y líder del exilio anti trujillista don Juan Bosch, siempre me sedujo el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y hoy, a 57 años de distancia, reflexiono que si fuera militante político, estaría en el PRD. Voté por Bosch en 1962 y 1966. Si resucitaría, volvería a votar por él.

Porque siempre rechacé los extremismos de derecha e izquierda, que han demostrado ambos las desgracias, excesos, crímenes, atropellos a las libertades esenciales para la vida civilizada, el PRD que enarboló los principios martianos y de los liberales epocales, José Figueres Ferrer, Jacobo Arbenz Guzmán, Juan José Arévalo, Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Muños Marín, como plataforma filosófica, conquistó mi adhesión conceptual, y abjuré inscribirme en su militancia, para preservar incontaminado mi albedrío para disentir como comunicador y periodista que por vocación soy desde los 20 años de edad, me imposibilitó ese primario decantar.

Fundado en 1939 en la finca El Cano, propiedad del destacado dirigente y viejo roble súper histórico del PRD, José Virgilio Mainardi Reyna, suburbios de La Habana, Cuba, su plataforma política redactada por Cotubanamá Henríquez, el PRD es el partido político de mayor permanencia y vigencia que registran las efemérides políticas dominicanas de 174 años de vida republicana, cumple 80 años el próximo 2019.
No obstante el legado histórico repleto de referencias como ningún partido político dominicano jamás, el único que se ha dignado reseñar el trayecto escabroso, pero heroico del PRD, fue el desaparecido a destiempo gran demócrata, exquisita persona y especial afecto Fulgencio Espinal, Editora Alfa y Omega, 1982, en 363 páginas, que conservo dedicada, un tesoro de mi biblioteca que muere conmigo.
Cuando la vendetta miserable que impulsó el presidente Joaquín Balaguer al recibir el mandato constitucional del presidente Salvador Jorge Blanco en 1986, el jurista santiaguense fue perseguido con la saña que recordó como el general Pedro Santana persiguió primero al padre único de la patria, el inmaculado Juan Pablo Duarte Díez, y luego a Buenaventura Báez, el primero, acusado de favorecer a empresarios de sobrevaluar avituallamientos a los institutos armados en uniformes y piñas, una intrascendencia comparado con los escándalos de corrupción en la fatídica y frústrate era del PLD en el poder.
Acusación mendaz que condujo a la cárcel al único expresidente dominicano, Fulgencio sintió el látigo de la persecución, y el suscrito le recomendó salir del país por la frontera, porque Balaguer lo haría preso fabricándole un expediente de corrupción cuando se desempeñó como administrador de la Lotería Nacional, desde donde salió como entró, sin un centavo.

Eso hizo, sufriendo penurias en Costa Rica y España por una década, hasta retornar en 1996 al inaugurarse el primer gobierno del Partido de la Liberación Dominicana que presidió Leonel Fernández, y como Fulgencio lamentablemente se nos fue, tengo por testigo al notable joven intelectual y escritor Reynaldo Espinal.

El PRD inició la ardua misión de restaurar la democracia luego del ajusticiamiento del tirano generalísimo Rafael Leónidas Trujillo el 30 de mayo de 1961, ingresando al país desde el exilio 35 días después, el cinco de julio, en una representación que conformaron los dirigentes del exilio Nicolás Silfa, Ángel Miolán y Ramón Castillo, mientras Juan Bosch retornaría el 20 de octubre, y en 60 días, realizó una campaña electoral que lo condujo al poder, ganando las elecciones el 20 de diciembre de 1961 a la oligarquía dominicana representada por el doctor Viriato Fiallo, médico de la familia Vicini, el consorcio económico más poderoso del país surgido por concesiones del dictador Ulises Heureaux.

El siete de julio de 1961, el PRD convoca la primera manifestación política con la presencia del teniente general AMD Rafael Leónidas Trujillo Martínez, Ramfis, amo del país, y nueve días después la segunda, ambas en el parque Colón de la entonces Ciudad Trujillo, con una ciudadanía aterida de pavor y alta tensión emocional, conociendo todos la vesania demencial de Ramfis, un peligroso paciente psiquiátrico, demostrada con los expedicionarios heroicos del 14 y 19 de junio de 1959, a quienes liquidó personalmente, los que no cayeron en combate.

El Nacional

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