Opinión

Sin consecuencia

Sin consecuencia

Una sociedad para su desarrollo social y económico debe tener un estado de derecho fortalecido, porque si uno de estos falla como es la justicia, el desarrollo económico principalmente se queda en algunas manos y el pueblo en general es el que sufre al no tener los beneficios que produce el Estado.

Sin embargo, sin un régimen de consecuencia no es posible ordenar una sociedad, de modo que no valen campañas de educación ni discursos de advertencia por que a lo único que la gente teme es a las consecuencias.

Esto tiene que ver con la naturaleza del ser humano, no con nacionalidad, raza ni religión.

Aquí en el país tenemos el mejor de los ejemplos, que muchos no respetan el dinero de los contribuyentes, las normas de tránsito, las reglas de convivencia con vecinos, ni el derecho de los demás, pero cuando viven o visitan a Estados Unidos o cualquier ciudad europea, actúan por el “librito”, o sea que no somos brutos y que las cosas que obviamos aquí las tenemos presentes cuando salimos de la selva.

La falta de sanciones en los delitos de corrupción ha convertido esa inconducta en algo normal lo que alienta la impunidad y que sigan ocurriendo hechos de esa naturaleza, que al final, algún día afectará la democracia.
De ahí que en materia de transparencia cada año República Dominicana termina en los últimos lugares. Recordemos que en un informe de Participación Ciudadana que recogió los casos de una década comprobó que de 94 expedientes de casos de corrupción gubernamental, sólo uno fue ventilado en los tribunales.

La impunidad en nuestro país está haciendo estragos, ya que a las personas que delinquen no se le están aplicando lo que las leyes estipulan, se buscan subterfugios baladíes los cuales pasan ante los ojos de la población sin ningún estupor de sus actuantes.

En materia de tránsito pasa lo mismo, conductores circulan como chivos sin ley, suben a las aceras, violan luz roja, toman y dejan pasajeros donde se les pega la gana, porque en el peor de los casos le imponen una simple multa, que casi nunca pagan ni nadie se preocupa por cobrarla.

En este país cualquiera cierra una calle para colocar una piscina portátil, realizar un culto cristiano o celebrar un cumpleaños, y eso pasa cono normal. También se puede tomar el área verde o común del residencial donde para instalar un negocio o ampliar su casa, y eso tampoco es nada. Y pensar que 1,600 años antes de Cristo, en Babilonia eso era una preocupación, por lo que de ahí nace el Código de Hammurabi.

El Nacional

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