Opinión

Sin deuda del pasado

Sin deuda del pasado

El general Pedro Santana, quien expulsó de República Dominicana a Duarte y su familia, fusiló a Francisco del Rosario y María Trinidad Sánchez junto a otros patriotas y anexó el territorio a España, goza, como todo un prócer, de un nicho en el Panteón Nacional.

Bastaron las simpatías o la conveniencia para que el presidente Joaquín Balaguer dispusiera que los restos de tan siniestro personaje descansaran junto a los hombres que se entregaron en cuerpo y alma a las causas nacionales.

Ahora que en Estados Unidos ha surgido un movimiento que cuestiona los homenajes a figuras siniestras o de dudoso aporte histórico, casos como el de Santana y otros con el mismo historial de traiciones cuya memoria es honrada con monumentos, calles y comarcas deberían servir para reflexionar. Pero también reconocimientos como los que se tributan a Winston Churchill y John F. Kennedy, quienes pudieran jugar su papel en sus países, pero por la causa de la República Dominicana nada hicieron. Más hizo el presidente Fabre Geffrard con su apoyo a la Restauración, pero por su condición de haitiano Balaguer designó con el nombre de Abraham Lincoln la vía que llevaba su nombre.

Tras los incidentes de Charlottesville los llamados “símbolos de odio” han sido puestos sobre el tapete para ser revisados. Por supuestas o reales presiones de grupos haitianos se ha informado que un busto del patricio Juan Pablo Duarte en Nueva York es de los emblemas bajo estudio.

(El caso de Duarte, aunque no haya confirmación alguna, no es para preocuparse porque resiste cualquier análisis de laboratorio). Pero el que sí se ha confirmado que ha sido sometido a revisión es el monumento al Gran Almirante, en Central Park, cuya misión en América ha sido relacionada con la introducción de la esclavitud en el Caribe. Con la dimensión que alcanza el movimiento para cobrar deudas del pasado la historia está llamada a transparentarse.

El fuerza del movimiento que ha seguido a la decisión del Ayuntamiento de Charlottesville de retirar una estatua del general confederado Robert E. Lee, que provocó las protestas de supremacistas blancos, lo evidencian propuestas para retirar la estatua de Marion Sims, uno de los padres de la ginecología, a quien se acusa de experimentar con esclavas negras.

En Durham, Carolina del Norte, manifestantes han derribado monumentos de soldados confederados, mientras se propaga el debate sobre los símbolos de la Guerra Civil de Estados Unidos.

En Estados Unidos el problema son los elementos raciales convertidos en símbolos de odio. En República Dominicana, en los casos de Santana y otras figuras que honran espacios de lo que se trata es de una reparación histórica, porque no son merecedores, por su proterva trayectoria, de ninguna suerte de homenaje.

El Nacional

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