Opinión

Síntomas

Síntomas

POR:  Pedro P. Yermenos Forastieri

pyermenos@yermenos-sanchez.com

 

En un escenario de desarrollo lógico del razonamiento, habría que suponer que una gestión de gobierno constituiría la implementación de un proyecto político sustentado por el estamento partidario que le da soporte, con todas las características que de eso se desprende, de manera particular en las ideas. No es que se espere homogeneidad absoluta en el ordenamiento ideológico de los integrantes de la organización partidaria de que se trate. Sin embargo, diferencias abismales en aspectos definitorios del pensamiento político, serían un elemento de suspicacia y preocupación. Se aceptan, e incluso se celebran, las divergencias, pero no habría de tratarse más que de elementos casi sutiles, los cuales resultan incapaces de delinear aspectos que determinarían rupturas de compañeros a los cuales se les supone unificados en las grandes temáticas de la humanidad.

Entre los liberales puede presentarse el hecho de que unos lo sean más que otros. Lo mismo ocurre entre conservadores. Eso no significa, no obstante, que disientan en aspectos nodales que los definen a ambos como tales. Apenas matices que los hacen más o menos radicales en sus estructuras de pensamientos.

En el tiempo transcurrido del actual período de gobierno, se están produciendo evidentes síntomas de ausencia de sintonía en las formas de percibir el mundo y en las directrices que pretenden trazar para el devenir histórico dominicano las diversas mentalidades que interactúan en su interior.
Mucho me temo que eso se haya radicalizado de tal manera, que opere como una especie de férrea oposición intestina que de una u otra forma se erige en un constante socavamiento de los esfuerzos desplegados por el Presidente Medina que le obstaculiza imponer su sello ideológico a la gestión que desarrolla.

Es que resultaba previsible que más tarde o más temprano se produjeran fricciones mayores derivadas del drástico proceso de derechización que le sirvió al PLD para arribar al poder y con el cual tanto se ha identificado. Es obvio que ese extremo pensamiento conservador tuvo mayor beligerancia en mandatos anteriores y hoy se resiste a ceder el espacio en que tan cómodo se había sentido.

Eso explica que, pese a una mayoría congresual, se manifiesten evidentes diferencias de criterios entre pautas insinuadas o expuestas por el Poder Ejecutivo y proyectos surgidos del Congreso de la república.

El Presidente, como experto transeúnte entre fuegos cruzados, luce compelido a eludir con inteligencia dardos disparados desde flancos peligrosos, por proceder de supuestas fuerzas aliadas.

El Nacional

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