Opinión

Sobre la AMET

Sobre  la AMET

Creo que en sentido general, el ciudadano de a pie y aquel que va conduciendo su vehículo nunca creyó en la Amet. Es un mal de origen, pues de entrada se incomunicó con la gente tan pronto quiso resolverlo todo con base a la fuerza, a la poca participación ciudadana.

La Amet aparece para sustituir al departamento de Tránsito de la Policía Nacional, cuya única mala fama que arrastraban era lo del macuteo, y me refiero a los vestidos de gris y cascos blancos. Se les reconocía, empero, pleno conocimiento de su oficio y capacidad de arbitraje.

Amet creó de entrada un conflicto de autoridad e identidad, con un inexplicable marco de acción tan amplio que en poquísimo tiempo sus acciones, por bien planificadas que hayan sido, y muy a pesar de cualquier buen diseño de la ciudad a la cual aspiraban, fue impositiva y arbitraria.

La ciudad ve hoy a los agentes de la Amet como simples agentes recaudadores de impuestos, aplicadores de multa y multiplicadores del caos cuando asumen la dirección del tránsito vehicular, sin que hayan podido quitarse de encima el mote de agentes arbitrarios.

No obstante, la Amet es una realidad, y hay en su cuerpo peritos, personas de gran conocimiento, preparación y experiencia en el manejo de tránsito y transporte. Y le hace falta reorganizarse en torno a ganarse la autoridad y confianza del ciudadano desde el conocimiento que muestren de las disposiciones legales sobre tránsito y transporte, y el buen uso de las vías públicas, actuando como técnicos, personas especializadas en la materia.

Es una institución obligada a reconstruir las relaciones con la sociedad exhibiendo conocimientos incluso hasta del buen uso del idioma universal de las señalizaciones gráficas y manuales o mímicas. Un agente de la Amet se coloca debajo de un semáforo de cualquier manera, y crea confusión porque evidentemente ignora que la espalda, el pecho o situarse de perfil es una señal.

En nuestro país hay sectores que entienden que el tránsito se resuelve a sangre y fuego, dando pelas en las calles, con medidas coercitivas o represivas, policiales. Yo estoy en pleno desacuerdo. Apuesto por el buen uso de los conocimientos, la confianza y el respeto. Jamás la arbitrariedad.

El Nacional

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