Opinión

Sócrates y Carondas

Sócrates y Carondas

La ley debe ser ciegamente respetada, porque ella representa el bien del pueblo y si obedeciéramos sus preceptos, otra sería la situación de nuestro país. Hoy hacemos referencia histórica del sabio Sócrates y del Legislador Carondas. Lucio Séneca decía: “De la más humilde choza puede salir un héroe y del cuerpo deformado el alma más bella”. Y tan hermosa era el alma de Sócrates, tan noble su carácter, tan sublime su doctrina, que Erasmo refería que la veneración que le inspiraba, lo tentaba a rezarle como se reza a un Santo.

Sócrates, nacido en Atenas, era hijo de padres humildes, su madre era comadrona y su progenitor escultor, a lo que en principio se dedicó a fin de ganarse el sustento mientras estudiaba filosofía. Tuvo después maestros de oratoria, poesía, geometría, filosofía y música.

En una batalla vio caer a Alcibíades herido y él se puso al frente del ejército, ganando la batalla, rogando a los Jueces que otorgaran el premio y la gloria del triunfo a Alcibíades.

Cuando Sócrates tenía sesenta años de edad fue electo senador, pero muy desencantado de la política se retiró y se dedicó a la enseñanza de la filosofía, pública gratuitamente y al aire libre.

A los 70 años fue acusado por Mileto de corromper a la juventud por dichas clases de filosofía, y el mismo hizo una defensa y por solo un voto fue sancionado a beber la cicuta.

Le observaron: ¿Crees que puede subsistir un Estado cuando en él carecen de fuerza las sentencias legales? ¿Llamarás a eso justicia; tú qué haces profesión de practicar la verdad? Y Sócrates, al razonar estos predicamentos, con enorme entereza de carácter, decidió morir, tomando con estoica calma la cicuta, antes que faltar al cumplimiento de la ley.

Siete siglos antes de la era cristiana, había en Sicilia un brillante legislador llamado Carondas, quien presentó un proyecto de ley que prohibía penetrar con armas a la asamblea del pueblo.

Pero un día, cuando regresaba de perseguir unos bandidos, se presentó a la asamblea sin acordarse de que llevaba su espada al cinto.

Y una persona necia le dijo: ¡Corondas has violado la ley que tú mismo habías dictado!. Y Carondas respondió: “al contrario, voy a mostraros como yo mismo la hago cumplir, y con su propia espada, Carondas se quitó la vida, en plena asamblea del pueblo”.
Para ser hombre de moral, laboriosidad, honestidad y principios, no es necesario quitarse la vida como Carondas y Sócrates.
Lo que sí es imperativo es cumplir la constitución y las leyes, como ejemplo señero de buen y correcto ciudadano.

El Nacional

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