Opinión

Solidaridad con Cuba

Solidaridad con Cuba

En un encuentro casual, cuestionamos el otro día al agregado de prensa de la embajada de Cuba sobre los motivos que tuvo el presidente Raúl Castro para recibir recientemente al expresidente Leonel Fernández. Quedaban en entredicho viejos sentimientos de solidaridad, en vista de que Fernández está siendo seriamente cuestionado por amplios sectores de la población, que lo acusan de cometer actos de corrupción y enriquecer a media docena de aliados.

Estos detalles son conocidos por representantes del gobierno cubano en el país. Suponemos. Pero este funcionario respondió un poco molesto, alegando que su país no tiene nada que ver con lo que pase aquí, no sin antes presentar alegatos  a favor de Fernández,  según él, el más votado de los dirigentes políticos locales. La Revolución no llegó ni ha necesitado votos para triunfar,  como los comprados y robados en esta defectuosa democracia.

 Ni Fidel, ni Raúl Castro ignoran lo que viene ocurriendo en su vecina y hermana nación. Ocupados de tantos asuntos internos y externos, necesitan, sin embargo,  actualizarse a través de sus enviados. Todo parece indicar que a los asignados les hace falta, acaso, ir más allá de los contactos oficiales.

 Las manifestaciones de indignación popular, los procesos judiciales,  el secuestro del Poder Judicial y Legislativo por parte del exmandatario, no significan nada para el vocero de la embajada cubana. Se atiene al orden establecido, tomando parte apenas a favor de los representantes de ese orden.

Criterios que el propio surgimiento de la Revolución, que lleva ya más de medio siglo. Si Fidel, Raúl, Camilo y el Che hubieran pensado y actuado de esta forma, Cuba estaría sumida en la misma corrupción, desorden y atraso que hoy agobian y explotan a los dominicanos.

Si José Marti hiriera procedido como sugiere el vocero de su país aquí,  nuestro Máximo Gómez no hubiese sido una gloriosa realidad en Cuba.  El poder español y Batista constituyeron ese orden y concitaron el “respaldo” de las mayorías, en sus respectivas etapas.

El generalísimo Máximo Gómez habría sido un simple interventor, alterador del orden establecido en la Cuba del siglo XIX, si partimos de improvisadas apreciaciones formuladas por el referido funcionario del gobierno cubano acreditado aquí.

Cuestiona, por deducción, lo que representó la participación de un extranjero en la Guerra de los Diez Años, así como su notable liderazgo al mando las tropas independentistas del 95. 

No pedimos, ni nos pasa por la mente la idea de una intervención o una dictadura. Nos llama la atención, no obstante, que  el liderazgo cubano –reconocido y respetado en todo el mundo-,  sea utilizado por Leonel Fernández para resarcir su maltrecha imagen. Con que no se dejen utilizar esta vez, nos devuelven y recrean el abrazo histórico entre Gómez y Martí.

 

 

El Nacional

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