La entrega 66 del Festival de Cannes pasa a la historia como una edición brillantemente desarrollada, sin una gran película dominante y con la representación tanto del cine primer-mundista como de las producciones independientes, entre las cuales la cuota latinoamericana fue débil y marcada por veredictos que pudieron haber sido de mucho mejor criterio respecto de las propuestas del cine latinoamericano, considerado uno de los de más frescas y novedosas propuestas.
Cinematográficamente, los veredictos no son malos, pero si se comienza por la decisión que admitió las películas propuestas, resalta que America Latina ocupa cerca de un 7.2% de las admitidas
Las cintas latinoamericanas que pasaron el criterio del jurado seleccionador fueron ocho y de estas, solo una Heli de Amat Escalante (México) estuvo en la sección oficial de competencia.
Otras dos La Jaula de Oro de Diego Quemada-Díez (México y España); Wakolda de Lucía Puenzo (Argentina) estuvieron en la sección Una cierta Mirada, esta ultima planteando una perspectiva temática nueva para el cine de America Latina y con una restructuración artística y técnica que obviamente sobresalía en mucho de sus competidoras, pese a lo cual no gano, salvo el aplauso del publico. Nada.
Las demás fueron prorrateadas en secciones de menor importancia: Contrafábula de Una Niña Disecada de Alejandro Iglesias Mendizábal (México); Mañana Todas las Cosas de Sebastián Schjaer (Argentina): Los Dueños de Agustín Toscano y Ezequiel Radusky (Argentina); Patio de Ali Muritiba (Brasil)y El Veneno de los Peces Voladores de Marcela Said (Chile y Francia).