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Superintendencia de Bancos

Superintendencia de Bancos

La Superintendencia de Bancos por iniciativa de su principal ejecutivo, Luis Armando Asunción hijo, en ocasión del 68 aniversario de la institución, ha editado un valioso libro, tapa dura, 209 páginas, regia encuadernación, con cartucho, intitulado La cultura del ahorro, en el que relata el rol histórico del ahorro como herramienta básica del desarrollo de una sociedad organizada.

Diagramado por Letragráfica y al cuido del reputado antropólogo Carlos Andújar Persinal, la didáctica obra escrita en ocho artículos por profesionales de la economía, historia, sociología y antropología, logran pormenorizar un recuento histórico vernáculo alusivo a la práctica del ahorro.

La motivación fundamental que inspiró a Luis Armando Asunción hijo auspiciar esta histórica obra invaluable se conecta y explica por la sensibilidad social que heredó de su progenitor de su mismo nombre, persona vinculada a los requerimientos patrios vinculados con la guerra patria de abril l965, de grato recuerdo, ido a destiempo.

El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, prologa y pondera la obra, consignado la recomendación del Premio Nobel de Economía 200l, Joseph Stigliz, en relación a la importancia económica del ahorro en las sociedades, máxime cuando existe, como nuestro caso, desigualdad e inequidad.

El historiador Orlando Inoa, diagramador de la obra, inicia la tanda de expositores, que completan el historiador Carlos Esteva Deive; el sociólogo y folklorista Dagoberto Tejeda Ortiz; antropólogo Carlos Andújar Persinal; antropóloga Tahira Vargas García; economistas Jaime Aristy Escuder y Alejandro Fernández Wipple, y Alexis Cruz Rodríguez.

Inoa refiere el debut del ahorro en La Española cuando se produjo el capítulo oneroso y traumático de El Situado, iniciado el 23-06-l608, por ordenanza del rey Felipe III al virrey de México (Nueva Granada), que consistió en el envío, hoy remesa, del dinero para cubrir la burocracia de la colonia que apenas llegaba a 200 funcionarios civiles y militares, más la curia.

Ese capítulo calamitoso se extendió por los siglos XVI al XVIII, y en principio se enviaba desde México y luego desde Panamá y Cartagena de Indias, y por último, desde Puerto Rico, con la afrenta de asaltos frecuentes de piratas y salteadores de toda laya del mar, franceses y portugueses, que repercutían en profundizar la miseria y la desesperación de los apenas tres mil residentes en la capital de La Española, Santo Domingo, cuando se demoraba hasta un año.

La moneda mexicana, que fue de uso corriente hasta entrado el siglo XIX, igual que el gourd haitiano y el dólar norteamericano, que sustituyó las dos primeras y fue la de cambio “normal” hasta que el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo instituyó el peso dominicano en l947, pasaba rápido de mano en mano desde su ingreso a la colonia, recibida con algarabía en la Puerta de Don Diego por casi toda la población, con música y bailes, y se evaporaba en menos de una semana, siendo acaparado por los grandes comerciantes especuladores, como siempre, que practicaban la usura, como siempre, con los desvalidos pobladores de la Ciudad de los Colones.

Los frecuentes asaltos a la ciudad por piratas, como aconteció en l586 por Francis Drake que exigió para levantar el asedio de un mes un rescate de 25 mil ducados, una suma exorbitante para la época y para la colonia maltrecha, indujo a los residentes en Santo Domingo y otras poblaciones, a esconder en paredes gruesas y enterrar las morocotas y monedas en potizas y tinajas, especialmente las morocotas españolas, oro kilate l8, ante la ausencia de donde guardarlas, porque el primer banco establecido fue el Banco Nacional de Santo Domingo en l888, autorizado por el presidente Ulises Heureaux a su entonces básiga Eugenio Generoso de Marchena, a quien redujo a prisión y fusiló en Las Clavellinas, Azua, acusado de conspiración.

El Situado no solo cubría la burocracia de La Española, sino de San Agustín, primer asentamiento de España en Estados Unidos, específicamente en La Florida; La Habana, Puerto Rico y San Martín, observándose en el cuadro página 32, que el enviado a Santo Domingo era el menor, en su cota mayor, 287,842 pesos mexicanos en l630.

Las despoblaciones de la parte norte de La Española dispuesta por el rey Felipe III, en l605-6, marcó el principio de la ruina de la colonia y el consiguiente inicio de El Situado, donde por demora de su ingreso, los vecinos de Santo Domingo sufrían toda suerte de penurias, desde hambre hasta carestía de vestidos, reseñándose que muchas familias se encerraban desnudas en sus casas por carecer de ropa y acudían de noche a las misas, para notarse menos, envueltas unas en mortajas y otras-os “en cueros”.

El trueque se inicia de manera formal en La Española como consecuencia de El Situado, donde los residentes sin disponer de monedas, intercambiaban mercancías, ropas, zapatos, faroles, joyas, jumiadoras y cuberterías, por arroz, maíz, carnes, yuca, plátanos, habichuelas, batata, yautía, ñame, guandules, manteca de cerdo y aceite de coco para cocinar e iluminar. Carlos Esteban Deive refiere, página 49, que la cultura africana introdujo en La Española el sistema del san y los convites, la primera, una forma en que los inscritos en esa especie de rifa, obtuvieran recursos que se entregaban cuando a uno le tocaba, el primer sistema de ahorros que se conoce en el país, porque el escondite de botijas, potizas y tinajas, no era precisamente un ahorro, sino una forma de preservar el dinero y resguardarlo de salteadores, y la segunda, un acuerdo de ayuda mutua de recolección cuando se producía una cosecha, conocida también como tornapion, y la junta en dahomeyano traduce dokwe.

La bancarización del país y las autoridades monetarias, Banco Central y Superintendencia de Bancos, promueven la cultura del ahorro, y también las asociaciones de ahorros y préstamos, que arrancaron en l962, secundan ese propósito para motivar e incentivar a la ciudadanía a guardar recursos para confrontar emergencias de salud y otros imprevistos, además de los sistemas de seguros privados como el estatal SENASA. Así surgen las libretas bancarias de ahorro.

El gravamen de un l0% al ahorro en virtud de la ley l-l2 desincentiva y frena ese propósito medular en la economía de un país, y el parecer consensuado propicia su eliminación total, para evitar la migración de capitales hacia otros destinos en que no se gravan sino que se privilegian, y así el ahorro erguirse como una herramienta eficaz para expandir el crédito y propiciar un mayor financiamiento que fortalezca la expansión económica.

El Nacional

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