Las elecciones efectuadas el 15 de mayo presentan la novedosa lectura del surgimiento de un potencial líder que enfrente y venza al poderoso PLD en la justa cívica del 2020 en la figura de Luis Abinader Corona, si realiza el trabajo adecuado y mantiene la compostura serena que reditúa respaldo popular.
Con apenas 15 meses de emerger como contendor por el poder al presidente Danilo Medina en su propósito continuista, que tanto daño ha ocasionado al trayecto republicano vernáculo de 172 años, con todos los sondeos proyectando al gobernante muy por encima de su único contendor de consideración, ciertamente Luis Abinader, para sus adentros, tiene que convenir que su proyecto era más bien el asomo de un inicio, que una opción triunfal.
Los sondeos, que siempre entendí ni podían estar equivocados todos ni comprados todos por la contundencia financiera de la maquinaria poderosa del PLD, fueron reiterativos en sus trabajos de consulta popular que asignaron siempre al presidente Medina entre un 55 y un 63%, mientras a Abinader entre un 28 y 35%.
Conforme al cotejo de esos sondeos, la situación personal del candidato opositor frente al proceso comicial, interpreté, y así lo escribí varias veces en mis colaboraciones a los periódicos Hoy y El Nacional, que el presidente Medina obtendría un 56% y Abinader un 38%.
Esa percepción del suscrito era consecuencia de interpretar logros incuestionables del presidente Medina, 4% a Educación; Visitas Sorpresas como soporte a pequeños productores agropecuarios sin calificaciones crediticias que han potencializado en grande la producción y productividad; Tarjetas Solidaridad, Bono Luz, Bono Gas; 911; estabilidad del billete verde por debajo del 46 por 1 en 48 meses; 7% del PIB, 2.1% inflación, y crecimiento como nunca del turismo, es decir, crecimiento sin inflación y confianza en los agentes económicos que apuestan cada vez más a la inversión, la industria de la construcción el más dinámico, la inversión extranjera creciente y lo propio con las zonas francas industriales.
Prueba al canto es la temprana felicitación al presidente Medina de su triunfo por el poderoso CONEP, diametral al proceso reeleccionista que perdió Hipólito Mejía frente a Leonel Fernández en 2004.
Reiterando que los procesos electorales se cambian cuando la economía es cuestionable y débil, caso del presidente Hipólito Mejía con el billete verde al 61 por 1, o con el sofoco del crimen político, caso del presidente Joaquín Balaguer, que en esta coyuntura ninguno de los dos estaban presentes.
Luis Abinader tenía que valorar que emergía nuevo de un partido viejo fraccionado, enfrentando a un PLD granítico, homogéneo, que no se fracciona porque quien se fracciona pierde, y quien divide traiciona, es la experiencia, como quien se va de un partido nunca consigue emerger y conquistar el poder, experiencias de los presidentes Juan Bosch y Jacobo Majluta, que fue gobernante por 43 días luego del suicidio traumático del presidente Antonio Guzmán, el 04 de julio de 1982.
No ganar las elecciones, Luis Abinader no debe interpretarlo como una derrota, sino como la experiencia de un suceso político novedoso y trascendente en la arena movediza y circense del accionar público, abrir la puerta para transitar hacia los estadios altos, quedando como el único contendor de consideración frente al presidente Medina con un PLD de hormigón en su estructura y un poder económico que rivaliza con el privado.
Después que la Junta Central Electoral concluya el proceso de conteo y las elecciones queden atrás, Luis Abinader debe y tiene que cerciorarse de la realidad y el rol de su entorno, empezando por felicitar al presidente Medina por su triunfo electoral y gradualmente en el trayecto de 48 meses, sin exabruptos, con la serenidad laudable de su progenitor, economista y educador, señalar y marcar las fallas del tercer mandato constitucional del presidente Medina, y sus alternativas y propuestas para ejecutarlas y modificarlas como tema central de campaña y gobierno con miras al 2020, que fue lo que no hizo en este evento cívico, reduciéndose a censurar.
Es por ese contexto y predicamento constante como surgirá el líder alternativo al PLD que el país aguarda, y reducir de esa manera prístina, convincente, sin intemperancias, el ciclo de 40 años que los morados interpretan conducirán el destino nacional.
