Por: Ernesto Guerrero
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Doctor, aquí lo llamó Charles De Gaulle. – Quien dijo Ud…? No se a cuantos de Uds les pasa, pero los mensajes telefónicos que dejan en mi casa son acertijos a descifrar. Nana, encargada del servicio, no deja de sorprenderme cada vez que viene con un mensaje casi siempre distorsionado cuyo contenido, resulta gracioso al compararlo con el mensaje inicial. Esta vez era Eduard invitándome a jugar golf.
-Lo llamó una Sra. y yo le dije que Ud. no estaba. -Quien era la Sra.? -Eeeeh… eran una Sra mayor – Altagracia?, No, -Estervina?, -No, pero Ud. la conoce, es la misma que siempre llama, tiene un nombre como Gertrudi -Yo no conozco ninguna Gertrudis. – No se preocupe que ella es la interesada y volverá a llamar. Luego mi tía Gladys me reprocha porque no devolví la llamada.
Nana se resiste a que sus interlocutores descubran que no puede retener y transmitir un mensaje y por esa razón no se detiene a anotar el nombre ni el número de teléfono.
Los nombres que escucha en la radio y la televisión son los primeros que le vienen a la mente, de esta manera he recibido llamadas ficticias de Eddy Herrera, Miguel Vargas, Putin, Nuria etc. Mis hijos y algunos amigos conocedores de este pormenor, bromean dejándome con Nana mensajes como: Dígale que lo llamó INESPRE, o Johnny Walker (etiqueta negra? pregunto Yo). -Ayer lo llamó Zoilo o Soilló –Quien será ese?, al final descubro que era mi hijo, quien en una comunicación interrumpida, solo alcanzó a decir “Soy Yo” .
El despiste de Nana, solo es comparable a mi pereza para obtener los mensajes del celular y mi resistencia para aprender las funciones del móvil. El celular inicialmente símbolo de alto status económico-social, ahora es el distintivo de los nuevos esclavizados por el trabajo.
