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Termómetro social pone a prueba agenda de reformas del Gobierno de Macri

Termómetro social pone a prueba agenda de reformas del Gobierno de Macri

Buenos Aires, 24 de Diciembre (EFE).- El “termómetro social” en Argentina se recalentó en los últimos días con el debate de una polémica reforma del sistema de pensiones que se aprobó entre actos de violencia y protestas en las calles, un escenario que condiciona la agenda del Gobierno de Mauricio Macri. Impulsados por el oficialismo, los cambios en la fórmula con la cual se deben actualizar los pagos a los jubilados salieron adelante, pero en medio de un clima de crispación que despierta en la memoria colectiva los lejanos ecos de la crisis social, política y económica de diciembre de 2001.

Al promediar su mandato de cuatro años, el Ejecutivo de Macri promovió esta reforma pocos días después del triunfo logrado en octubre pasado en las elecciones legislativas, lo que consolidó al gobernante frente Cambiemos como la mayor fuerza dentro del Congreso, pero sin mayoría propia, lo que le deja estrecho margen para imponer sus proyectos.

La oposición cerró filas en contra de la iniciativa que, sostiene, perjudica a los jubilados pues cobrarán menos de lo que recibirían si se aplicara el coeficiente de actualización que rigió hasta ahora. Para el analista Jorge Arias, Argentina necesita hacer reformas en distintas áreas, pero debe hacerlo “por consenso y sin que la gente sienta que los cambios van en contra de sus intereses”.

“Pareció casi un capricho sacarle a los jubilados para resolver una parte ínfima del déficit fiscal cuando todos los economistas plantean que había soluciones alternativas mucho menos dolorosas”, dijo a Efe Arias, de la consultora Polilat.

Para el debate final de la iniciativa en la Cámara de Diputados, miles de personas convocadas por los sindicatos se manifestaron el lunes pasado ante el Congreso, pero un grupo reaccionó con violencia contra la Policía, con enfrentamientos que, de milagro, no provocaron muertes. Para Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político, el kirchnerismo -derrotado en las urnas y con su líder máxima, la expresidenta Cristina Fernández (2007-2015), acorralada por la Justicia-, “en una alianza tácita con la izquierda, encontró en la reforma la perfecta excusa para armar lo que se vio en la calle”.

Sin embargo, no toda expresión de rechazo a la reforma fue violenta- hubo una masiva movilización sindical y “cacerolazos” en distintos barrios capitalinos, los primeros que se escuchan desde que Macri llegó a la Presidencia a finales de 2015. Para Arias, el descontento se conecta con un “engaño” por parte del oficialismo, que en la campaña electoral negó explícitamente que fuera a avanzar con esta reforma y ha quedado claro “en las calles” que un triunfo electoral no es una “carta blanca” para hacer “cualquier cosa”. Por su parte, Giusto destacó en diálogo con Efe la “fortaleza de liderazgo” de Macri al no ceder y avanzar con la reforma, pero, advirtió, “el Gobierno está en un punto de inflexión de gobernabilidad y surge la pregunta de si el Ejecutivo puede controlar o no el resurgimiento de la violencia política”.

A su juicio, el Gobierno cometió varios errores- eligió un mal momento para impulsar la reforma, hizo una mala comunicación de los alcances del proyecto, debió dar prioridad a otras medidas y subestimó la virulencia de ciertos grupos.

Este escenario pone a prueba los planes de Macri- ya logró sacar adelante ajustes fiscales, tanto para las cuentas de la Nación como en las de las provincias merced a un acuerdo con los gobernadores y avanza con una reforma tributaria.

Pero en marzo daría el debate de nuevas normas laborales, que podrían derivar en nuevas protestas, y se espera que avance en reformas en el empleo en el sector estatal. Arias advirtió que “si quienes toman las decisiones son los funcionarios que no vinieron con el termómetro social incorporado o que se les rompió hace tiempo, indudablemente vamos hacia una Argentina de mayor conflictividad social”.

“Ha quedado claro que la sociedad argentina no es fácil ni dócil y reacciona. Y si un grado de ebullición como el que se expresó en esta última semana se repite, va a generar a problemas crecientes y condicionar al Gobierno”, aseveró. EFE

El Nacional

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