Opinión

Testimonios de un combatiente

Testimonios de un combatiente

Acabamos de leer con inmenso interés, la magistral obra “Testimonios de un Combatiente Revolucionario”, que nos enviara el ciudadano José Daniel Ariza Cabral, a quien expresamos el testimonio de perenne gratitud por cimera aportación a la dignidad y valores de nuestra historia.

La verdad es que dar lectura a testimonios, reseñas, capítulos, trazos, historias, vivencias y realidades que hacen palpitar las fibras sensoriales del alma humana, es como si el éxtasis, la sublimidad, hidalguía, destreza, valentía y el patriotismo de aquellos tiempos, encarnados en tantos hombres y mujeres, el civismo y la nacionalidad, estuvieran patentes hoy.

Es lástima, y a veces produce indignación, que el inmenso legado realizado con tanta sangre derramada, muertes, torturas, exilios, vejámenes y sufrimientos con ganas de poder vivir en una patria auténticamente libre, que estos héroes y mártires vivos y fallecidos, en su gran mayoría, no hayan recibido el botón de la gloria y la inmortalidad.

Cierto inmerecido olvido y algunos homenajes que debían ser permanentes, y así muchos de sus familiares recibieran pensiones del Estado, distinguidos con preseas y condecoraciones, designación en funciones públicas importantes, y otros como embajadores y cónsules dominicanos en diferentes países y naciones.

La obra del Ingeniero Ariza Cabral es una ingente aportación a la República y al concierto de nuestros valores, y contiene narrativas trascendentales y dignas de llevarse a centros educativos sociales y diferentes estamentos de la nación.

En “Testimonios de un Combatiente Revolucionario se rememoran algunas facetas desconocidas por muchos de nuestros conciudadanos, que producen admiración, respeto y lágrimas ante las macabras, cobardes y canalladas de quienes realizaron tantas tropelías en el ejercicio abusivo de un poder omnímodo, criminal y grotesco.

Los valientes, intrépidos, varoniles y resueltos hombres y mujeres, cuyos nombres, hazañas y vidas entregaron por la causa noble y gloriosa de la liberación nacional, merecen que sus nombres estén plasmados en tarjas y pedestales en diferentes lugares del país, para que sirva de ejemplo y grandeza a las presentes y futuras generaciones, en especial la juventud de hoy que piensa, ama, tiene sueños y sabe respetarse.

Entre tantas historias de leer y analizar, el autor refiere: “Recuerdos de mi padre, preso por primera vez en Monte Cristi, el primer exilio, el movimiento cívico y la más bella revolución de América y a Thomas Hernández Franco”.

“El 9 y La victoria”. Tortura, muerte, prisión, la silla electica, sadismo, burla, muerte, del 9 a la cárcel de La Victoria, del exilio por segunda vez, justicia, estadía en La Habana con Fidel, rumbo al tercer exilio en Francia”.

José Daniel expresa con grande pesar, el drama que le perseguía, y refiere entre otras: “La muerte de mi padre en la cárcel, cuando apenas tenía siete años, sin que la familia pudiese darle sepultura, pues desaparecían sus restos mortales tras el crimen”.

Recuerda el asesinato de su hermano menor en las condiciones terroríficas de la cárcel del 9 en 1960, en donde tampoco fue encontrado el cadáver. La caída de su primera Josefina Ortiz Ariza, en los combates del puente Duarte durante la guerra de 1965. Tampoco apareció su cadáver.

El autor del libro se explaya con supremo realismo en el glorioso movimiento 14 de Junio, sueños y realidades y sus integrantes, así de la presencia del partido Revolucionario Dominicano y su llegada al país.

El Nacional

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