Reportajes

The Beathes  Banda musical de los 70;  Los inolvidables años de la  “Nueva ola”

The Beathes  Banda musical de los 70;  Los inolvidables años de la  “Nueva ola”

Ese despertar imprevisible, esa irrupción de estremecido rumor es un momento cenital en la evolución musical.

Corresponde a un grupo melenudo de la Liverpool de posguerra abrir las puertas de ese imparable jardín social.

The Beatles irrumpe con explosiva entrega y el universo entero, perplejo, demudado, parece detenerse y parece no entender.

La histeria de los jóvenes, que siguen, devotos y fanáticos la estela de  los nuevos ritmos es una fuerza necesaria en la volcánica de aquél amanecer, en todo caso, revolucionario.

Otros emuladores no menos melenudos y no menos inquietos seguirán desbrozando la selva enorme de posibilidades musicales que están pendientes de emerger.

Sólo el arte, cualquier arte, reconoce desde el aire dolido o deslumbrante las fronteras de lo inasible que de pronto regresa y se establece, ilimitado.

Los artistas son los sacerdotes de esa gran religión, el libre albedrío, la creación “comprometida” que es otro arte y que decide transformarlo todo.

Y que permite al menos discernir ciertos caminos al margen de los dogmas sombríos que imponen de oficio en la devoción a los muertos ilustres del pasado, la palabra y el papel, que no tienen vida propia.

Nada es más importante que la conciencia en un estado de sobrecogedora preeminencia luminosa.

La experiencia de esos años no es sólo musical y se extiende a la política, a la moda, a las relaciones internacionales.

La era es revolucionaria y hay un impulso inconsciente que decide lo nuevo, lo que no se había ni siquiera soñado.

La ensoñación corresponde siempre a los jóvenes porque en ellos se siembra el ejemplo rebelde, la urgencia de movimiento continuo, el desasosiego temerario.

Una dosis de esa locura que se deja ir por los carriles del cambio no siempre hace daño a nadie y siempre hace bien.

A sus años poderosos, con el mundo a sus pies, corresponde la decisión de trazar las coordenadas de las fragancias novedosas.

Ahora lo que hay es una enorme confusión social que de no arribar a una cierta aurora aunque fuese breve bien podría arribar al ocaso cósmico de la humanidad.

Los artistas, con sus íntimas conmociones a cuestas, con sus no improbables desviaciones personales a veces, le trazan un camino de fe verdadera a la desorbitada multitud.

El don de la condición de artista es único e irrepetible.

Pero el lazo umbilical que lo ata a los sentimientos no se interrumpe fácilmente aunque se haga subterráneo y parezca que no va a encontrar jamás la superficie de la comprensión colectiva.

La “Nueva Ola” es una respuesta escandalizante de ese mundo paralizado que es la vida señorial anglosajona  enferma de una cierta hipocresía y de una etiqueta social ya descosida.

Había que derribar esos primeros muros para que después cayeran los demás.

El impulso correspondía a un arte que hizo mover los pies y sacudir el alma entonces anestesiada por el rugir de las confrontaciones ideológicas y el peligro nuclear que en que sus absurdos convergían terrible y admirablemente.

Se necesitaba que el oleaje de esa tormenta benévola hiciera encallar las naves envejecidas.

El Tsunami beatlemaníaco cumplió su cometido.

El mundo no volvió a ser nunca más lo que había sido en materia de laguna petrificada, en sonoridades estremecedoras, en el movimiento oscilante de esa nueva era que se abría a la libertad.

Fueron momentos heroicos, penumbrales, espirituales e ¿irrecuperables?

Reconocer y reencontrarse en el universo espiritual cumple ahora el mito de Sísifo: la subida no termina nunca.

La piedra que tiene por delante y que arrastra tiene por destino devolverse antes de que Sísifo, castigado por un dios, alcance la cima.

Un comienzo difícil, con tropiezos y logros

En la segunda mitad de la década de 1950, John Lennon y su amigo Pete Shotton formaron un grupo que se llamó The Quarrymen y al cual, en 1957, se unió Paul McCartney. Le siguió George Harrison. Esta banda empezó a tocar en diversos locales de Liverpool, momento en el que se les unió el bajista Stuart Sutcliffe. El nombre de la formación tuvo variaciones, se llamó primero Long John and the Silver Beatles, luego The Silver Beatles hasta llegar a The Beatles.

El cuarteto comenzó su carrera en un club nocturno en la ciudad de Hamburgo, Alemania. Poco después, Sutcliffe (el bajista) murió -presumiblemente como consecuencia de una paliza por parte de una patota-. La formación de The Beatles quedó compuesta por John, Paul, George y Pete Best.

Luego conocieron a  Brian Epstein. Por él el look de los Beatles en sus primeras épocas fue uniformado y pulcro. En un principio, el grupo fue rechazado por muchas compañías de discos. Pero fue George Martin, un joven productor de una subdivisión de EMI, quien los aceptó para grabar un primer disco.

El Nacional

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