Evidentemente que todo se agota, muy a pesar de cualquier esfuerzo en contra. Y esto puede verse ahora en la campaña electoral estadounidense, dos figuras compiten por la presidencia de la República pero encuestas y/o sondeos de opinión pública reflejan insatisfacción con las candidaturas. No sé si se habrá perdido el ánimo. O hay escasez.
La elección de Obama generó esperanza nacional y trascendió el territorio norteamericano. Desde fuera de aquel país históricamente poderoso, con la capacidad demostrada de meterse en cualquier lío y salir ileso, de arbitrar y ganárselo todo, se veía que Obama era una especie de reivindicación más que social, de carácter racional.
Sin embargo, ahora resulta que Obama tampoco ha sido lo esperado. Si fuera a competir por la presidencia se asegura que perdería como cualquier otro. Si bien los estadounidenses aparentemente han experimentado mejoría en cuanto a calidad de vida y se ha movilizado una economía estancada previa a su llegado, su desempeño ha dejado insatisfechos a un alto porcentajes de sus conciudadanos.
Y fijémonos en una cosa: la Casa Blanca ha sido desmitificada. ¿Lo han notado? Igualmente los Obama han desmitificado los llamados “ritos del poder”. ¿Es bueno?
Hillary y Donald tendrán que demostrar en el poquísimo tiempo que le resta hasta llegar a la primera semana de noviembre próximo si en verdad Estados Unidos aún tiene o tendrá liderazgo en el mundo y dentro. La historia por lo menos registrará a la primera mujer que habrá ganado unas elecciones en aquel país, lo mismito respecto de Obama.
Republicanos y demócratas, dos partidos cuya fábrica de candidatos estaría agotándose, aún libres de impuestos, en un mercado globalizado. A partir de noviembre, el orgullo tendrá perspectiva de género, tal como Obama lo alcanzó en cuanto a lo racional. Pero el mundo verá otro amanecer y otros amaneceres transformarán a Estados Unidos.
Por: Angel Barriuso angelbarriuso7@gmail.com
