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Héctor García

¡Qué ultraje a Clemente!
Borré en oportunidades el título que buscaba para esta entrega y entre los que quité se encuentran ¡Qué vergüenza! ¡Qué pavor! ¡Qué bochorno! ¡Qué indecencia! ¡Qué humillación! Finalmente me decidí por ¡Qué ultraje!

Todos los calificativos me surgieron cuando leí en la prensa internacional que los hijos del Inmortal de Cooperstown, el fenecido boricua Roberto Clemente, han decidido vender los trofeos que ganó en su brillantecarrera en las Grandes Ligas del béisbol.

La subasta sería durante la celebración del Juego de Estrellas, de este año en Miami, Florida.
Venderían el automóvil Dodge que le regalaron por ser el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial de 1971 con los Piratas de Pittsburgh, así como los anillos de ese mismo evento y también de la Serie Mundial de 1960, que ganó con la novena con sede en Pennsylvania.

Pondrían en ventas el uniforme de home-club que usó Roberto Clemente en la Serie Mundial de 1960 y muchísimas indumentarias más, así como trofeos diversos, entre ellos,
el de haber llegado
a los tres mil hits.
El “cuento” que hacen los dos hijos de Roberto Clemente nadie se lo creerá, pues dicen que “necesitan dinero para programas de caridad y fundaciones”, entre ellos una academia de béisbol en Haití.
Clemente murió el día 31 de diciembre de 1972, a sus 38 años de edad, cuando el avión
en el que viajaba rumbo a Nicaragua se estrelló poco después de despegar de San Juan. Iba a Managua a llevar ayuda humanitaria para las víctimas de un terremoto.

El anuncio preocupante de esa subasta debe motivar al Gobierno
y al Pueblo de Puerto Rico, que tienen que hacer los esfuerzos necesarios para obtener los trofeos del “Cometa de Carolina” y llevarlos a un lugar sagrado de la isla donde tengan eterna exhibición gratuita.
No importa la situación económica que esté atravesando Puerto
Rico, pues los grandes recuerdos de Clemente son inmortales y deben permanecer en esa tierra para que las futuras generaciones los conozcan y los veneren.

Los calificativos del inicio de esta entrega para los hijos del astro boricua son pocos, porque ese par de “sin oficios” merecen que todos los seguidores del béisbol que respetamos y recordamos a su padre, echacemos el negocio que quieren hacer y con altoparlantes los tildemos de oportunistas e irrespetuosos. ¡Y eso que aspiran a que el número 21 que usó Roberto Clemente sea retirado por las Grandes Ligas, de la misma manera que el 42 de Jackie Robinson! ¿Y es fácil?

Estoy unido a los que desde distintas tribunas les enviamos el mensaje a los hijos de Roberto Clemente, de que en el mundo del béisbol, millones queremos y respetamos esa figura, mucho más que ellos, a pesar de que fueron adorados por ese gran padre, digno de mejor suerte.

El Nacional

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