Opinión

Total podredumbre

Total podredumbre

La dictadura morada está totalmente descompuesta, como también la multicolor partidocracia tradicional. La cadena de explosiones de podredumbre no se detiene. Va en ascenso en volumen y en malos olores.

El descaro de sus protagonistas y beneficiarios rompe récords. Lo que recientemente se ha producido alrededor de la Cámara de Cuentos, auditoria OMSA, crímenes horrendos, impunidad a base de dinero o influencias políticas (no importa la naturaleza del crimen); Congreso y ley de partidos, competencias por garantías de impunidad de expresidentes, presidentes y facciones partidistas; suma de mafias en instituciones civiles, militares y empresariales…indica que esto no tiene componte por vías judiciales y fiscalizaciones institucionales.

Ladrones y asesinos cuentan con un sistema a su servicio. Roban y matan a todos los niveles y administran justicia pro-impunidad. Controlan grandes medios de comunicación, compran “hacedores” de opinión pública, abruman con una publicidad fantasiosa y explotan la ignorancia de la población híper-empobrecido.

No valen razonamientos, sugerencias y planteamientos razonables para que abandonen esa ruta. Carecen de frenos y reversa. Son esenciales a un poder podrido que se empeñan en perpetuar a cualquier precio.

De esa trágica realidad se han dado cuenta comunicadores/as, intelectuales, activistas sociales, políticos y medios no subordinados a esa dinámica diabólica. La describen, denuncian, comentan y analizan con contundencia.

Una gran parte de la población políticamente activa no esconde su descontento o indignación. Percibe la descomposición total y recrimina fuertemente la dictadura mafiosa, gobierno y políticos tradicionales. La condena, la repudia, se pregunta qué hacer, desea que esto cambie, y a luz de las acciones masivas de Marcha Verde todo esto se multiplica.

Pero hay algo a reflexionar y superar para que esta descomposición política-institucional pueda ser barrida y esta situación agobiante pueda cambiar.

En verdad esa radicalidad de la crítica de esos comunicadores, portavoces y dirigentes partícipes y protagonistas del descontento y la indignación en ascenso, no está acompañada de la radicalidad de las propuestas y soluciones políticas correspondientes.

Evaden el desplazamiento del poder constituido por vías alternativas, obvian la necesidad de la ruptura, le dan de lado a la Constituyente… Su radicalismo crítico está acompañado de un conservadurismo práctico, que no rebasa lo institucional y se queda patinando en una agenda electoral putrefacta y en las infecundas propuestas institucionalistas. Prima el miedo a insubordinarse, ignorando que esta descomposición total exige impugnación total.

El Nacional

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