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Tragedia acecha familias viven debajo puentes

Tragedia acecha familias viven debajo puentes

Alrededor de cinco mil personas miembros de casi 700 familias alojadas en viviendas construidas debajo de tres de los ocho puentes existentes en Santo Domingo, viven con el eterno te temor de que en cualquier momento pueda ocurrir una tragedia. El mayor temor es que un vehículo se precipite sobre sus viviendas, o que ocurra un derrumbe y sus casas sean aplastadas.  La situación de desasosiego es igual en los sectores de La Barquita Vieja, en Sabana Perdida, en Santo Domingo Norte; La Ciénaga, y en La Fuente, en el Distrito Nacional.

También en Ribera del Ozama, en Los Mina Viejo, en Santo Domingo Este, donde decenas de viviendas fueron construidas en la margen oriental del río Ozama, justamente debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez.
Pese al temor de ser aplastados por un vehículo, o impactado por una roca o una botella caída desde lo alto, los que viven debajo de los puentes realizan sus actividades diarias con regularidad.

En esos lugares operan decenas de negocios, colmados, bancas de loterías, billares, tiendas de fantasías, ferreterías y peluquerías.

A qué temen

En horas de la anoche las personas que viven debajo de los puentes no pueden dormir como cualquier otro ciudadano, debido a los ruidos que causan los vehículos al pasar sobre el puente, a las vibraciones que causan los vehículos pesados, y sobre todo por los objetos que lanzan desde la parte superior de esas vías.
Richard Tejada, propietario de un pequeño colmado ubicado debajo del puente que comunica Los Mina con Sabana Perdida, relata que una piedra lanzada desde arriba perforó el techo de zinc del establecimiento y destruyó una bocina.

“Yo pensé que el puente se había caído, pero no fue así, fue sólo una piedra que cayó sobre el colmado”, precisa. Altagracia Germosén, una residente en La Barquita Vieja, dijo que casi siempre tienen que empañetar y reconstruir las casas debido a las grietas y filtraciones que causan las vibraciones.

Mientras que su vecina Altagracia Manzueta asegura que el ruido, el polvo y las constantes bribraciones no les permiten a los que viven debajo del puente dormir tranquilamente.

Otros inconvenientes son el cúmulo de basura en el río, los animales muertos, y las aguas negras que descienden desde lo alto hasta sus casas, además de las crecidas del río.

En Santo Domingo existen ocho puentes pero sólo debajo de tres viven familias, ya que las autoridades se han encargado de evitar que en los cinco restantes se construyan viviendas en su entorno.

Sólo viven personas debajo de los puentes Duarte, el más viejo de Santo Domingo; Francisco del Rosario Sánchez, el segundo en importancia y sobre el puente de La Barquita, que comunica Santo Domingo Este (Los Mina), con Santo Domingo Norte (Sabana Perdida).

Debajo de los puentes Jacinto Bienvenido Peynado que comunica Santo Domingo Norte (Villa Mella) con el Distrito nacional no vive nadie.
Tampoco debajo de los puentes Presidente Troncoso, que comunica Haina con el Distrito Nacional, ni en los tres puentes construidos en las avenidas Charles de Gaulle, y Jacobo Majluta hay viviendas familiares.

Objetos que lanzan

Desde la parte superior de los puentes la gente lanza rocas, botellas, basura, vasos y platos plásticos, animales muertos. Deben soportar además los ruidos de los vehículos al transitar por el puente, el ruido de las bocinas, las vibraciones que causan los vehículos pesados, el polvo y la arena que levantan que cae sobre las viviendas.

También los fuertes chorros de agua que caen desde lo alto por los filtrantes del puente para que no se acumule arriba. Francisca Liriano, quien vive en La Ciénaga, debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez, explica que la solución a los chorros de agua, es “taparlos con trapos viejo y cemento”, para que el agua no caiga sobre los techos de las casas. Tania Rodríguez quien vive en Ribera del Ozama dice que lo que no tiene solución es la tiradera desde lo alto del puente de botellas, fundas plásticas llena de basura y en algunos casos de animales
muertos.

Cómo viven

Las personas que viven debajo de los puentes desenvuelven sus vidas en condiciones precarias, sin suministro de agua adecuado, malas instalaciones eléctricas, con dificultades de transporte y sin centros educativos para sus hijos.

Otro inconveniente es la falta de un sistema adecuado de recogida de la basura, y la proliferación de aguas negras y desechos cloacales a cielo abierto.
Los moradores en esos sectores son generalmente obreros que viven del “chiripeo”, motoconchistas, choferes del transporte público y buhoneros y vendedores callejeros.

Otro de los inconvenientes es la recogida de la basura y la inseguridad, ya que las autoridades policiales no disponen de los medios para vigilar esas zonas.

Antecedentes

Sacar a esas familias de la zona de peligro donde viven tiene un costo muy alto a causa de lo cual no se vislumbra una solución en lo inmediato.
En la década de 1970 el entonces presidente Joaquín Balaguer sacó 13 mil familias que vivían en las márgenes del río Ozama, en el sector La Ciénaga, La Fuente y El Ancón (Jarro Sucio), a las que alojó en confortables apartamentos en la urbanización Las Caobas, al Oeste de Santo Domingo.
Muchos de los beneficiados vendieron los apartamentos y volvieron a construir a orillas del río Ozama.

Algunas de las familias que hoy viven en riesgo debajo de los puentes, fueron beneficiadas por el Gobierno del doctor Balaguer hace 40 años, sin la esperanza de que nadie los vuelva a ayudar.

UN APUNTE

Desalojo por el Metro

Para continuar la segunda línea del Metro de Santo Domingo, la oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret) desalojó a 1,357 familias que vivían debajo del puente Francisco del Rosario Sànchez.

Ese desalojo tuvo una inversión de 600 millones de pesos, según explicó el ingeniero Leonel Carrasco, sub director de la Opret. Muchos residentes debajo del citado puente se negaban a salir del luar alegando razones de negocio y familiares, pero finalmente accedieron. Pese a ese desalojo otras familias siguen en el lugar.