Opinión

Trump, redes y prensa

Trump, redes y prensa

A Trump le fue muy bien sin el favor de la prensa norteamericana tradicional. Se alzó con la victoria en noviembre pasado, a pesar de llevarse mal con medios informativos tradicionalmente temidos y respetados. Mantiene la misma línea, retadora y desafiante, convencido probablemente de que las redes ya superan por mucho la fuerza que durante décadas otorgaron un poder omnímodo a los impresos.

Pierde de vista, sin embargo, que esos diarios han migrado oportunamente a la avenida digital de la Internet, con la ventaja del acervo cultural e historio que sólo pueden aprovechar quienes se han mantenido por mucho tiempo en el manejo de la información.

Pero esta puede ser una premisa pendiente de comprobación, superado el vapuleo que ha representado la abrumadora presencia de las redes como instrumento de concienciación y acondicionamiento de una generación que dejó de inclinarse, mansa y reverente, ante el mando todopoderoso de The New York Time, El País, Le Monde, The Guardia, en fin.

La fórmula Trump puede encontrar muchos seguidores, cuando no malos imitadores, que buscaran en la red el medio para prescindir de los exigentes y aventajados medios convencionales, cuya participación en respaldo del pastel se convierte a veces en una carga costosa y pesada, que en fin de cuentas, pagan los contribuyentes.

¿Tiene Trump motivos y razones para responder de manera exagerada y descortés a la prensa? Para entenderlo preciso salir de contexto. Hay que ver el grado de influencia alcanzado por los diarios y noticieros que consiguieron perpetuarse en una zona de confort altamente ventajosa.

Pero las señales provenientes de la Internet tienden a modificar el cuadro prevaleciente, en favor quizás de un equilibrio necesario. Los vientos soplan del norte, lo cual apuntala la influencia de Estados Unidos, no solo como la mayor fuente desarrollara de tecnologías digitales y las redes sociales que han venido a llenar, en cierto modo, el espacio antes acaparado por los impresos. Esto puede explicar, y ayudar a entender la reacción del nuevo presidente de los Estados Unidos.

Que vaya a echar de menos a una prensa complaciente, colaboradora, coautora del orden establecido, ya es tema de los asesores, y un riesgo que a Trump parece importarle muy poco. Antes de ver los resultados de esta revolucionaria forma de lidiar con los medios, nos atrevemos a pronosticar un cambio que conducirá a moderar las fuerzas hoy enfrentadas. No tiene nada de malo que esos vientos sigan soplando.

Es lo que empuja a reconocer que migrar no es suficiente. Es necesario, también, dar un giro, transformarse. Lo peor que puede ocurrir es que este fenómeno sea contagiaste, y se torne en un irrespeto general para un sector que si una cosa necesita ahora mismo es el respeto de un mercado muy atento a otras ofertas.

El Nacional

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