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Un desliz de Pedritín Delgado

Un desliz  de Pedritín Delgado

El ingeniero Pedro Delgado Malagón, mejor llamado Pedritín, es un intelectual fecundo, profundo, erudito en variopintos temas, académicos, que trata con galanura y riqueza de acopios ilustrativos superbos, todologo cabal, faculto, sapiente, chamán cultural, y uno de los pocos articulistas que no me permito la licencia de no leer, por su enjundia y sintaxis llana.

Junto al escritor Marcio Veloz Maggiolo y el sociólogo, articulista regio y catedrático José del Castillo Pichardo, Pedritín escribió auspiciado por Verizon, 2005, un magistral volumen de 5l6 páginas, sobre el bolero, una joya por su presentación y contenido al que nada le falta en su impecable redacción, ilustración iconográfica magnífica, trabajo laborioso, paciente, didáctico, como toda obra fuera de serie.

Una obra completa y difícil de imitar, jamás superar, superior a la escrita por Jaime Rico Salazar, (Centro de Estudios Musicales, Bogotá, Colombia l998), Bolero, por Carlos Monsivais, Línea Continua, Ciudad México, 23l páginas, año 2004, otra joya, y Fichero Artístico Dominicano del antropólogo del bolero Jesús Torres Tejeda, hermano afectivo ido a destiempo, las cuatro mueren en mi biblioteca conmigo.

Pedritín Delgado, preciosista de la prosa saturada de saberes, extremadamente culta, sin perder la urdimbre de la sencillez y galanura, , idéntico al mejor cazador, es sujeto de perder una presa, y es lo que modestamente estimo cuando en su trabajo sabatino en El Caribe de fecha nueve de este enero 20l6, que intituló Resonancia de un continente, asevera que “en América solo Estados Unidos, Brasil y Cuba han sido capaces de crear auténticos universos de música popular genuinos y vigorosos, de originalidad indiscutible”.

Difiero profunda y absolutamente, con la venia del maestro, del antropólogo del bolero, a quien tanto admiro y respeto por su talento, cultura, erudición, como pocos en RD.

Música auténtica es el merengue, carabiné, balsié, sarambo, la mangulina, ritmos vernáculos de RD, el primero de los cuales dispone de credencial internacional, produciendo portentos como Ñico Lora, autodidacta, músico de oído, incomparable, inmarcesible, y compositores y ejecutantes gloriosos como Luis Alberti, Antonio Morel, Napoleón Zayas, Ramón Gallardo, Tatico Henríquez, Bartolo Alvarado (Cieguito de Nagua), Sigfrido Vargas, Frank Cruz, Luis Kalaff. ¡Hay cuanta vibración del alma con solo mencionar a estos titanes del merengue! ¡Ay, cuantos saudades que culminan en sollozos por la impotencia de no poder frizar tiempos idos irrepetibles!

¡Ay, como vibran las fibras más íntimas de la emoción sin brida al escuchar Serenata en La y Mi Dulce querer del inmenso Julio Alberto Hernández, Maybá de Diógenes Silva, Luces del puerto de Cuto Estévez, Amorosa de Salvador Sturla, Serrana y Romance bajo la luna de Moisés Zouain, Ven de Manuel Sánchez Acosta, Aunque me cueste la vida de Luis Kalaff Pérez, el más prolífico compositor dominicano con más de mil piezas de varios géneros y sus merengues El lío y La Empalizá; Leña, Luna sobre el Jaragua y Compadre Pedro Juan de Luis Alberti; Canto de hacha de Pedro Néstor Pérez; Sígueme, Tu nombre y Honor a la verdad del doctor Manuel Troncoso; La Mulatona, Los Mangos, La brisa de la tarde y Juré volverte a ver de Carlos Nicanor Valerio, el inmenso Piro Valerio; Evocación, Nunca te lo he dicho y Sufro por ti de Ramón Antonio Molina Pacheco (Papa Molina); Bienvenido Brens en Peregrina sin amor y Al retorno; Luis Rivera González en Eres todo para mí vida, Has vuelto a mí, Rapsodia número 1 y 2 para piano y orquesta; Leonor Porcella de Brea en ¡Donde podré gritarte que te quiero!; Mercedes Sagredo Barruecos en Quisqueya.

¡Ay, esas creaciones luminosas no es posible omitirlas ni dejar de encumbrarlas a las alturas infinitas de la belleza y los sentires más profundos, apreciado, admirado y respetado Pedritín!
Es que no hay boleros ni su historia podría jamás escribirse omitiendo a Pedro Flores, que compuso Adelita, Linda, Despedida, Perdón; y Rafael Hernández, compositor de Preciosa, Enamorado de ti, Ya lo verás, Canción del dolor, Lamento borincano; Juan Morel Campos y sus afamadas danzas inmortales y sublimes; los dos compositores más excelsos del bolero oriundos de Puerto Rico y un tercero de la danza; ni tampoco de Agustín Lara, el egregio flaco mexicano, que compuso más de mil piezas, Solamente una vez, Veracruz, Farolito, María Bonita, Aventurera, Señora tentación, Arráncame la vida (tango), Granada, Madrid, Talismán, Santa (su composición preferida), escribiendo boleros, blues, foxtrot, valses; Sombra verde, Viajera y Muñequita de Esquire de Luis Alcaraz, ¡Ay, como se nos fue tan a destiempo!, y Juventino Rosas con su vals Olas, compositores de los tres países que conforme al criterio de Pedritín no están incluidos en “los auténticos universos de música popular, genuinos y vigorosos”…

Errar es de humanos. La cultura enciclopédica de Pedritín Delgado Malagón, es evidente que erró en ese juicio de valor, producto de un lapsus, comprensible con la prisa recurrente con la que escribimos un artículo de periódico, adobado con los compromisos que todos confrontamos por el diario sobrevivir, pero que en el libro aludido, Pedritín reconoce, y en esta ocasión omite o inintencionalmente desdeña y no valora.

Esta entrega no pretende convertirse en una censura, sino en un llamado a la rectificación a Pedritín para que en una venidera suculencia suya en El Caribe, repare una inequidad, e incorpore a los grandes compositores y países excluidos en un lapsus comprensible del famoso médico alemán vinculado a la memoria que parece sorprendió al intelectual peso pesado que es Pedritín, ingeniero consultor, interlocutor regio, escritor de prosa irresistible.

El Nacional

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