Opinión

Un himno y dos próceres

<P>Un himno y dos próceres</P>

En la psiquis de los dictadores latinoamericanos, nada ha tenido rasgo trascendental, que no haya sido, el aplicar políticas pragmáticas encaminadas a la perpetuidad de sus regímenes. Obedeciendo a esa mentalidad, el dictador dominicano Ulises Heureaux, no se entusiasmó lo suficiente en propiciar un proyecto que oficializara nuestro canto a la patria.

Aunque nuestro himno a la patria, con letras de Emilio Prud’Homme y música de José Reyes, fue interpretado oficialmente un 17 de agosto de 1883, increíblemente, hubo que esperar mucho tiempo para que se definiera lo concerniente al canto a la patria.

Es de justicia reconocer que la idea de que se escribiera un himno narrando nuestras proezas, es de José Reyes. Él tuvo la iniciativa de solicitarle las letras al maestro Prud’Homme, quien no perdió tiempo en poetizar nuestras epopeyas en los campos de batalla y elevar los sentimientos patrióticos de quienes comenzamos a ser dominicanos después de nuestra guerra de independencia en 1844.

Aunque nuestros historiadores no han escrito mucho al respecto, el maestro Prud’Homme, nunca estuvo satisfecho con las primeras letras de su himno. Llegó a admitir don Emilio, que eran unos versos pobres e indignos. Es más, fue tan enérgico en su autocrítica que escribió: ”…estoy profundamente convencido y lo digo yo mismo en alta voz, que nadie me lo diga, de que mis versos son los más malos que se hayan podido escribir” De hecho, cambió las primeras letras de nuestro himno, y es en su segundo intento, que logra su obra maestra.

Quizás fue esta inconformidad del autor de las letras de nuestro canto a la patria, que motivó a que el gran ilustre dominicano y maestro de generaciones, Federico Henríquez y Carvajal, escribiera otro proyecto de canto a la patria, titulado ” A las armas”. Indudablemente, los versos de don Federico superaban en ritmo, armonía y fantásticas metáforas al de Prud’Homme. Y, aunque resulte extraño en el individualismo que hoy vivimos, fue el maestro Prud’Homme, en un acto de humildad inigualable,  el primero en reconocer la superioridad de los versos de Don Federico.

El pueblo dominicano y sus autoridades, se encontraban con el dilema de tener dos cantos a la patria. Muchos intentaron enfrentar a estos dos próceres. Sin embargo, su grandeza los llevó a elogiarse mutuamente y de don Emilio de Prud’Homme brotaron los mayores elogios hacia la egregia figura de Federico Henríquez y Carvajal, llamado el maestro por todos los dominicanos.

Los legisladores dominicanos tuvieron el honor de resolver tan ”agradable” dilema y el 30 de abril de 1897, el diputado de Montecristi, Rafael García, sometió una moción que favoreció al maestro Emilio de Prud’Homme, con el argumento, de que ya el pueblo dominicano había aceptado las letras del primer himno y de que en todas las escuelas y los lugares públicos, solamente se cantaba alegremente y con orgullo, las letras inmortales de de Prud’Homme.

El Nacional

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