Opinión

Un nuevo mundo

Un nuevo mundo

Orlando Gómez Torres

Ahora que lentamente se están por alcanzar las metas del Plan Nacional de Alfabetización, la República Dominicana deberá enfrentar la realidad de que con esto logró entrenar a millones de personas a domar caballos con las primeras líneas del Modelo T de Ford ya en las calles. El mundo se viene preparando para la avalancha tecnológica en la automatización de procesos y la introducción de máquinas en los lugares de trabajo, y el impacto que esto tendrá en el empleo del futuro; nuestro país, en cambio, no está siquiera llega al punto de partida.

Determinar que va a implicar estar alfabetizado hoy en día comparado con los próximos 5 a 10 años en términos de empleo no es fácil. Es evidente que el mercado laboral dominicano aún no excluye en su totalidad a las personas iletradas y a los iletrados funcionales, y es probable que este siga siendo el caso en el futuro inmediato. ¿Qué tanto perdurará esto? Aún queda por verse.

Alrededor del mundo las tiendas de ladrillos y varillas están cerrando por las centenas con miles de empleos en servicios cediendo el paso a las compras por internet.

La carrera hacia vehículos autónomos ya no sólo incluye los vehículos de transporte de carga y privados, también se suman los taxis autónomos que Uber planea lanzar en el 2017.
Los profesionales tampoco van a quedar excluidos de esto. La atención primaria y especializada en los hospitales está cada vez más automatizada reduciendo la necesidad de más doctores y enfermeras para atender a los pacientes.

Cada vez más los procesos legales se reducen y automatizan reduciendo la necesidad de abogados. Hoy en día se están desarrollando aplicaciones capaces de sustituir el trabajo que realizan miles de analistas en diversos subsectores de servicios.

Estar alfabetizado implicaba antes poder hacer una actividad funcional dentro de la sociedad en la que interactuaba el individuo. Rápidamente, la definición de funcionalidad dentro de una sociedad cada vez más automatizada y dependiente de máquinas y computadoras para ejecutar las actividades que antes eran reservadas para el empleo, está por cambiar abruptamente para todos.

Todo plan curricular en las escuelas y universidades de nuestro país, así como en nuestros planes de educación tardía, se debe tomar seriamente en consideración esta nueva realidad. La República Dominicana no se puede dar el lujo, por su propia estabilidad, de graduar bachilleres y profesionales obsoletos e innecesarios.

El Nacional

La Voz de Todos