Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Euclides Gutiérrez

Un recuerdo glorioso (II)
La persona que vino avisar de la llegada a las cercanías del hotel Matum de los camiones militares cargados de soldados, se retiró, y el coronel Caamaño me preguntó que si creíamos conveniente realizar el recorrido por las calles de Santiago que se había planificado antes de nuestra llegada.

Le respondimos al coronel que debíamos ser prudentes porque tenía la impresión de que querían atemorizarnos para que nos marcharamos de la ciudad de Santiago.

No había terminado de pronunciar la última palabra cuando una descarga de fusilería rompió el momento, seguida de otra que comenzó a destrozar los vidrios del comedor del hotel situado en la primera planta. Salimos corriendo hacia la parte principal y Caamaño me ordenó “ocúpate de los civiles”. El coronel seguido de sus ayudantes, Lora Fernandez y Héctor Aristy, subió a la segunda planta y abajo quedamos cientos de personas y un pequeño grupo de “ranas” bajo el mando del coronel Montes Arache.
Protegidos por ellos subimos luego, bajo fuego permanente, a la segunda planta. Era un ataque frontal que había comenzado. Emboscada vil, cobarde, inexplicable e injustificable a un local lleno de civiles que habían acudido al hotel a rendir homenaje a los defensores de la patria. Cientos de soldados, tres tanques AM-X y dos aviones que sobrevolaron el hotel, fueron empleados contra una comitiva que no tenía más de 45 hombres con armas largas y cientos de personas la mayoría de las cuales eran pacíficos ciudadanos.

En la segunda planta, en la parte de atrás del hotel, el autor de esta columna dispuso que entraran en habitaciones del lado izquierdo, docenas de personas entre las cuales había jóvenes de ambos sexos y niños también; en un momento que salimos de ese lugar pudimos comprobar que había tanques AM-X en la parte trasera, abajo en la calle, apuntando al edificio y advertimos al coronel Lora Fernández que ese tanque iba a disparar. El estaba acompañado de sus ayudantes y uno de los primos del coronel Caamaño.

Lora nos dijo que avisáramos al capitán Peña Taveras, que estaba en la habitación contigua, de lo que le habíamos advertido; salimos de la habitación donde estaba Lora Fernández, avisamos a Peña Taveras y entramos en la habitación de en frente donde había una joven adolescente con un ataque de histeria, que nuestro hermano Joselyn Gutiérrez Félix, que apenas tenía 18 años de edad, trataba de calmar.

Le dimos en la cara dos veces, en las mejillas y la sentamos en la cama de la habitación en el momento en que se escuchó el estruendo de un cañonazo; cuando abrimos la puerta, salía de donde estaba Lora, César Caamaño, el primo de Francis, herido en una mano y en la puerta de la habitación, en el suelo, estaba el cadáver del sargento Peña, ayudante Lora Fernández. César nos gritó: “Euclides, Lora está muerto”.

Entramos a la habitación y encontramos el cadáver de Lora Fernández, que se había desangrado rápidamente porque el proyectil del tanque o parte del mismo se le incrustó del lado izquierdo de su cuerpo en la parte de arriba. Para ese momento un pelotón de los atacantes había comenzado a avanzar por la parte central de atrás del edificio y desde el Monumento de Santiago, disparaban contra el hotel. Montes Arache, autorizado por el coronel Caamaño, ordenó a los “hombres rana” disparar. En total estos valientes soldados no eran más de veinte hombres. Continuaremos…

El Nacional

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