No es mi costumbre referirme a temas relacionados con la designación de funcionarios gubernamentales, pero como toda regla tiene su excepción, esta será una de ellas. Recientemente el presidente Danilo Medina nombró al economista Magín Díaz como director general de Impuestos Internos.
La designación estuvo dentro de un grupo de funcionarios y el nombre resultó extraño para las personas que lo conocían desde antes, a pesar de que se trata de un experimentado profesional que contribuido a enderezar entuertos en sistema tributarios de varios países de la región, en los que se incluyen El Salvador, Honduras y Uruguay.
Es graduado de economía de la universidad de Chicago, con diplomado en Harvard, así como una maestría en economía financiera en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Además de ser ingeniero industrial, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), donde lo conocí cuando yo hacía un diplomado en periodismo y medio ambiente. En el momento establecimos una relación coyuntural, de esas que ocurren entre estudiantes y se enfrían tras la graduación o la salida al extranjero.
Tras salir de las aulas y enrolarse en la burocracia gubernamental fue nombrado subsecretario de Finanzas en el 2003, desde donde pasó asesorar al ministro de Economía, Planificación y Desarrollo. Colaboró como asesor en otras instituciones que incluye la CDEEE, Superintendencia de Bancos y Aduanas.
Como encargado de Crédito Público, fue el arquitecto de la Operación de Petrocaribe, la cual redujo la deuda pública en 3.3% del PIB; lideró la primera emisión de bonos a 30 años del país en los mercados de bonos internacionales; y durante su gestión logró una reducción de la tasa de interés de los bonos domésticos emitidos por el Ministerio de Hacienda de un máximo de 18% hasta un nivel inferior a 10% en algunos casos.
De modo que con este funcionario el que gana es el Estado dominicano, ya que evita como ocurre con otras áreas del conocimiento en que nuestros mejores cerebros emigran para servir a otros gobiernos debido a la falta de oportunidades.
El caso de Magín es una muestra de la calidad profesional de muchos dominicanos.
