Opinión

Una historia de horror

Una historia de horror

Comparto con ustedes un horrible relato.  Lo hago a manera de voz de alarma ante la pesadilla en que nos tiene sumidos el narcotráfico con su secuela de violencia.

Ocurrió la semana pasada en Nagua. Un joven, decidido a eliminar a sus amantes, consiguió ultimar a una de ellas, terminando por suicidarse tras una  turbulenta persecución.

La historia, publicada en la página www.vidadominicana.com , cuenta que un individuo, nombrado Sandy José Duarte, de 36 años, llegó a Nagua hace unos días para ejecutar estos crímenes, tenebrosamente calculados. Dejó abandonados en Nueva York a su esposa y cuatro hijos para viajar a su país con la única  misión de cometer múltiples asesinatos, al estilo de los patentizados en grandes ciudades norteamericanas y europeas.

Esta vez les tocó a Esmeldy Franco y a Fátima Duarte, jóvenes estudiantes, presumiblemente amantes del homicida, quien había comunicado sus propósitos y el curso de  la tragedia emprendida a un amigo identificado  como  Arismendi. Le reveló: “maté a Esmely, voy a matar a Fátima y, luego, me voy a matar”, sin omitir los detalles acerca del lugar adonde había lanzado el cuerpo sin vida de la estudiante de 21 años. Confesó que lo había arrojado entre unos matorrales, en El Pozo, finalmente fue encontrado en la sección Milla 10, ubicada entre Los Rieles y la Majagua, de Sánchez, provincia de Samaná.

Fátima Duarte,  sobreviviente de un accidente ocurrido hace un par de años en el que perdieron la vida 5 personas, logró  escapar por segunda vez. El asesino la había forzado a montarse en su jeepeta para ultimarla. Un hecho fortuito interrumpió la marcha del vehículo. Atascado en un lodazal,  el vehículo  fue abandonado por Sandy José Duarte, para ocupar un motor, del que la muchacha pudo saltar para escabullirse entre  sombra y  arbustos.

Obcecado,  el victimario peinó la zona tratando de ubicar a Fátima, repartiendo dinero entre los lugareños. Agotado y frustrado, descontinuó la búsqueda para quitarse la vida. Cuentan, con cierta exageración tal vez,  como si tanta sangre no fuera suficiente para perturbar a esta región, que los agentes encargados de los sucesos encontraron a su paso a dos o tres campesinos colgando, en hechos separados, no esclarecidos aún.

Oscura leyenda o dantesca realidad, lo cierto que los detalles que rematan la historia resultan preocupantes, en tanto exista la posibilidad de que sean asimilados con toda naturalidad, en comunidades amenazadas por el narcotráfico y la violencia. Aterra, más aún,  sospechar los orígenes y licencias que han posibilitado su incremento durante  los últimos 20 años.

He intentado construir  una poesía del terror, como si nos sentáramos, sencillamente, debajo un árbol a escribir o representar una poesía de la naturaleza.

El Nacional

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