Opinión

Una nueva Policía

Una nueva Policía

“¡Mi señor, mi jefe, aquí cuidándolo! ¿No hay algo para nosotros?” ¿Usted cree correcto que miembros de una patrulla policial manden a detener a un conductor para molestar y pedir dinero? ¿Acaso el director de la Policía Nacional no tiene conocimiento que miembros de esa institución exhiben una conducta vergonzosa, que tira por el suelo la imagen del supuesto cuerpo del orden?

Ningún policía tiene que enrostrarle a un ciudadano que está cuidándolo, porque ese es su deber. Y peor aún: hombres pedirles dinero a otros hombres, actitud propia de mendigos, pero tratándose de autoridades, con pistola, el hecho también involucra extorsión, lo que resulta inaceptable y condenable.

Los dominicanos pagamos impuestos directos e indirectos y abogamos por una Policía decente y profesional, con miembros bien remunerados y entrenados para velar por el orden público y la seguridad ciudadana. Es una vergüenza que quienes están supuestos a cuidarnos exhiban vicios iguales o peores que los integrantes de las bandas delincuenciales que tienen en zozobra a la población.

De hecho, así lo establecen las estadísticas, muchas bandas criminales tienen en su seno a policías que se visten de civiles para “buscárselas”, partiendo de que nadie mantiene a una familia con el sueldo que devengan.

Antes de cualquier limpieza general de la institución del orden hay que empezar por racionales remuneraciones de sus integrantes, pero todo indica que no hay voluntad presidencial. (Ni siquiera el aumento prometido el 27 de febrero se ha hecho efectivo).

La Policía Nacional no se limpia con simples cambios de directores, que en menor o en mayor medida se rigen por el mismo código.

Todos los altos oficiales tienen un estimado del dinero que deja un puesto regional o provincial y el balance indica que los antiguos jefes policiales, con honrosas excepciones, viven como príncipes, por lo que es un problema de voluntad presidencial.

Estoy seguro que el día que llegue un presidente con interés en dar solución al problema lo lograría. Podría empezar designando de director general a un civil incorruptible y con gran autoridad.

Y dotar a esa institución de los recursos económicos que requiere para adecentarla y profesionalizarla. Mientras tanto esos operativos que observamos, dizque para enfrentar a la inseguridad, no resuelven nada, porque la delincuencia está más adentro que afuera.

El Nacional

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