¿Qué Pasa?

Una Vida escénica  cuasi Virtual

Una Vida escénica  cuasi Virtual

Recién acabo de ver ‘Una Vida escénica cuasi Virtual’. Esta no es una película que se esté exhibiendo en algún cine. Desgraciadamente, tampoco se trata de un DVD que pueda ser rentado o comprado en algún lado. Es sencilla y  ciertamente un DVD que recoge los 50 años de carrera en el teatro y el cine, del actor y director Ángel Haché.

El documental fue estrenado en junio del año pasado en la Cinemateca Nacional, y desde entonces ha estado circulando apenas entre periodistas y amigos, porque como ya se sabe estas cosas no interesan en nuestro país. El arte cuando en verdad es genuino arte a muy pocos interesa.

Reencontrarnos de esta forma con Haché fue una experiencia gratificante y dolorosa. Ha sido, naturalmente, un recorrido bastante largo. ‘Una vida escénica casi Virtual’ confirma la inacabada extensión de un talento que desafortunadamente nunca ha alcanzado su mayor fulgor. El documental transparenta, al mismo tiempo,  la fortaleza y vigor de una llama que siente que se extingue en el horizonte.

En el ínterin, una amarga tristeza atraviesa la espinal dorsal y se explaya incontenible. Es la frustración del mimo que no habla o casi; es decir, del actor, del hombre transmitido en director al espectador.

Esta producción audiovisual es como un capítulo de la historia del teatro dominicano que tiene el poder de inspirar. La pregunta obligada es en cual dirección. ¿Hacia la derecha? ¿O hacia la izquierda? ¿Hacia adentro? ¿O hacia afuera?  Aquella aseveración de que a finales de los años 60 y principios de los 70, este formidable actor podía vivir en España con la dignidad que casi 40 años después, nunca ha podido alcanzar en su propio país, encierra una pena tal honda como la inmensidad del mar. Aquella mirada perdida y el rostro encogido del mimo, que es cuál alter ego el propio Haché, naturalmente, lo dicen todo. Ah!, y la puntualización musical no podía ser más acertada.

El documental que podría considerarse de personalidad o carácter reflexivo, fue realizado en base a una serie de entrevistas a distintas personalidades del mundo teatral dominicano, intercaladas con fotos fijas e innumerables escenas de algunas de las obras y películas en las que ha intervenido el reconocido actor.

Aunque escrito y dirigido por el mismo Ángel Haché –fue la única forma que pudo hacerse realidad–  este no es un conjunto de apologías y elogios sobre su propia carrera. Es un trabajo que él asumió con la seriedad y rigurosidad que lo ha caracterizado. Por eso incluye voces desafectas con el resultado de algunas de las obras en las que ha participado, como la de la crítica de arte María Ugarte, entre otros.

Probablemente ninguno de los entrevistados define mejor a Haché como lo hace Augusto Feria, pese a que a veces se advierte en él un tono de criticidad. Cuando habla de la gran capacidad de Haché para asumir los personajes que interpreta, y de su inquebrantable disciplina, hay bastante sinceridad en sus palabras, y un inocultable sentido de admiración, pero se advierte también en él un tono sermonioso. Esto, sin embargo, lo que hace es enriquecer la perspectiva y punto de vista del realizador. Pienso que algunos insertos pudieron ser más breves, como las escenas de ‘La Historia de Miseria, La Muerte…’ lo que habría proporcionado mayor fluidez  a la producción.

El Nacional

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