Opinión

UNAS DE CAL….

UNAS DE CAL….

¿Y dónde están los detractores?

Tras la desolación causada por el más reciente terremoto en Haití, todavía hasta ayer esperé oir alzarse las voces de los que viven del negocio de la presunta defensa del desventurado pueblo haitiano.

Pero lo ocurrido no pareció lastimar su sensibilidad, o tal vez el tema no les sirve para justificar el dinero que perciben para vivir como ricos a cambio de la calumniosa campaña que han llevado a cabo en el ámbito internacional, contra este pobre país.

Lo ocurrido en Haití es como para dolerle a todo ser humano, independientemente de la distancia que pueda separarlo de la tragedia.

Curiosamente, quienes propalan la engañosa campaña dizque de defensa de los haitianos a través de la imputación injuriosa de que esclavizamos a los que de ellos viven aquí, no se han dado cuenta, con la excepción de Sonia Pierre, quien habló con bastante valentía.

¿O alguien ha escuchado decir algo al farsante sacerdote Christopher Hartley, quien desde Etiopía sigue incitando a los trabajadores cañeros del Este en contra de sus patronos?

Probablemente él esté muy ocupado llevando por el mundo su campaña de descrédito para convencer a la Comunidad Económica Europea y a los Estados Unidos de que no deben comprar nuestro azúcar, apoyándose en datos falsos.

Ni siquiera sus activos corifeos y malos dominicanos destacados en la zona de San José de Los Llanos se han dejado escuchar para por lo menos lamentar la gran tragedia del pueblo haitiano.

Claro, si ellos o su jefe abordaran el tema tendrían que reconocer que el Gobierno y el pueblo dominicanos han asumido como suya la desgracia de sus hermanos.

Y admitir que los primeros en llegar a Haití para ayudar fueron los dominicanos, no por la cercanía sino por solidaridad.

Claro, eso es contrario a su calumnioso discurso articulado para desprestigiar a un pueblo que ha dado mucho más de lo que puede dar a su vecino, para mitigar su desdicha de tiempos normales.

La entrega del presidente Leonel Fernández a la causa de hacer por lo menos soportable la devastación de Puerto Príncipe atestigua en contra del menosprecio por los haitianos que nos imputan nuestros enemigos, y los propìos haitianos no tienen reparo en decir que los dominicanos somos sus mejores amigos.

Ellos están conscientes de que nuestros problemas fueron relegados a un segundo plano porque la urgencia ahora es socorrer a Haití, y sería interesante que nuestros detractores pudieran ver las filas de dominicanos haciendo turno para donar sangre para llevarla a los haitianos.

Naturalmente, para ellos es mejor no verlas, porque eso supondría un cambio de discurso.

El Nacional

La Voz de Todos