Opinión

Unas de cal….

Unas de cal….

¿Quién mató a Florián F.?
El incidente que degeneró en la muerte a balazos del narcotraficante Rolando Florián Féliz en la cárcel modelo de Najayo, a finales de la semana pasada,  tiene sin duda más de un culpable.

Porque si bien parece que entre el capitán policial Lino Oscar Jiménez y el coronel José Antonio Pulinario Rodríguez está la persona que apretó el gatillo, la responsabilidad por ese hecho se extiende mucho más allá.

Al ventilarse por los medios de comunicación algunos detalles de lo ocurrido, he visto con asombro que a Florián Féliz se lo definió impropiamente como “reo” o “presidiario” durante muchos años, situación que me atrevería a apostar a que no era exclusiva.

Condenado por narcotráfico a 20 años de cárcel, no es cierto que él estuviera encarcelado en Najayo, porque los presos aquí y en cualquier otro país del mundo no salen o entran de sus celdas cuando quieren.

Y a juzgar por los testimonios, él entraba o salía a su conveniencia, no a una celda carcelaria, sino a una suerte de pequeño apartamento en el que disfrutaba de privacidad y comodidades no usuales en ninguna prisión del mundo.

Cuenta una de las muchachonas que le hacían agradable la vida la noche en que lo mataron, que luego de herido, él entró y le aconsejó que se marchara.

Ella sacó la mano para abrir la puerta y salir a buscar ayuda, pero inusualmente la habían cerrado por fuera con candado, según el testimonio, que deja claro que de allí se salía o entraba cuando se quería.

 De manera que creo que con mayor propiedad pudiéramos decir que Florián  Féliz “vivía” en Najayo, donde recibía las visitas que quería recibir a la hora que quisiera recibirlas, y donde disfrutaba de facilidades y comodidades muy parecidas a las de cualquier hogar.

De modo que si fuéramos a aceptar que estaba encarcelado, tendríamos que definir su prisión como “domiciliaria”, porque probablemente lo único que él no podía hacer era salir del recinto de Najayo  a su antojo.

Y fíjese, amigo lector, que hablo de que tal vez no podía salir cuando quisiera, porque tampoco descarto que en ocasiones saliera a pachanguear o a asuntos relacionados con el negocio que se dice dirigía desde la cárcel.

Porque hablamos de privilegios que por lo general compra gente que ha hecho fortuna saltando el requisito del trabajo dignificador, posibilidad que nunca tendrá el común de los “internos”, como les dicen ahora a los presos.

Todos sabemos que de eso ha habido bastante, y a pesar de las denuncias, las circunstancias mismas en que murió Florián  Féliz demuestran que esa situación persiste.

De manera que sería interesante averiguar quiénes manejan el negocio de los privilegios en ésa y las demás cárceles, y entre ellos encontraremos gente tan culpable de la muerte de Florián Féliz como los que le dispararon la noche del sábado.

Incluso, no creo que sea difícil encontrar  a los dueños del lucrativo negocio, porque su propio estilo de vida los pone en evidencia.

Además, a la hora de escudriñar las condiciones en que esos reos habitan la cárcel también se puede establecer quién cobra “peaje” por cada privilegio, y no vengan a decirme que se trata de gente sin rango.

Porque usted y yo sabemos, amigo lector, que para disfrutar de mujeres, whisky y otros placeres cuando se está en prisión, es necesario invertir mucho dinero en la compra de complicidades.

Debemos estar claros en que Florián Féliz no era un hombre de bien, cosa que atestiguan sus sentencias consecutivas  por narcotráfico, por construir un túnel para escapar de la cárcel de Monte Plata y por presuntos vínculos con el secuestro y asesinato de Víctor Augusto Féliz.

Pero nadie tenía derecho a matarlo porque sus sentencias fueron a cárcel, y no a muerte.

victormendez23@hotmail.com

 

 

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