Opinión

Unas de cal…

Unas de cal…

La campaña anti dominicana tiene sin duda muchos recursos y a veces nos ataca a través de medios de los que se sospecha parcialización o interés en hacernos daño.

Por ejemplo, hace poco vi un reportaje de la agencia EFE en el que se trataba de restar méritos y desacreditar la mejoría del nivel de vida que los propios haitianos aseguran experimentar cuando se establecen y trabajan en suelo dominicano.

EFE es una agencia noticiosa española a la que nadie puede regatear solvencia moral ni calidad profesional a la hora de servir sus noticias, pero  no es invulnerable ante intereses mezquinos dispuestos a todo para lograr ganancia de causa.

El reportaje de marras encaja perfectamente en la campaña de maledicencia llevada a cabo a nivel internacional por el farsante con sotana Christopher Hartley, un enemigo gratuito de los dominicanos, y no dudo que él haya incidido de algún modo para la difusión de ese material.

Desde Etiopía, donde sirve ahora a su iglesia, Hartley se mantiene pendiente e incide a través de sus agentes aquí, para impedir la armonía entre los obreros cañeros y sus empleadores en el Este.

Y se me ocurre que ahora, a propósito de la amplia modificación constitucional en curso, tal vez pudiera estipularse en nuestra Ley de Leyes sanciones para los malos dominicanos que sirven a causas anti dominicanas, denostando y acusando a su propio país a cambio de beneficios particulares.

Mujchos haitianos radicados aquí aseguran que su nivel de vida es mejor que cuando vivían en Haití  y que sufren penurias y vicisitudes similares a las de los dominicanos.

Pero Hartley dice que los haitianos son discriminados, maltrados y que viven en condición de esclavitud en los bateyes cañeros dominicanos.

La infamia con pretensión de trabajo periodístico serio difundida por  EFE no pudo pasar por alto que miles de haitianos ven su paso a este país como la única esperanza de mejoría económica y social, pero trata de demostrar de manera ridícula que todo cuando logran es pasar de la miseria a la pobreza.

Para ello se apoya en testimonios de obreros cañeros de origen haitiano que narran la rutina de su pesada vida diaria y su inconformidad con sus jornales.

Pero siendo dominicano y por demás profesional, vivo inconforme con mi salario, porque en ese aspecto no impera la justicia a ningún nivel, o simplemente porque siempre aspiraremos a más de lo que tenemos, y eso no es malo.

Lo malo es que se use esa aspiración, a veces manifestada como denuncia, para calumniar a un pueblo que da más de lo que puede para  que su vecino pueda sobrellevar su desgracia.

El Nacional

La Voz de Todos