Opinión

UNAS DE CAL…

UNAS DE CAL…

¿Y lo del PRD  le sorprende?

La convención del Partido Revolucionario Dominicano el domingo pasado, terminó como tenía que terminar: en trauma.

Porque todos los procesos internos que he visto pasar entre los perredeístas terminaron así, independientemente de que imperaran en cada momento las condiciones para que terminaran como Dios manda.

 Selección de candidatos o autoridades partidarias perredeístas hemos visto en que los ganadores estaban claros de antemano, y sin embargo no han podido terminar sin un rebú.

En ocasiones parece tener razón uno de mis amigos que señala a los perredeístas como “revulucionarios”, si tomamos en consideración la conducta de ese sector político a la hora de la confrontación de intereses a nivel interno.

Lo del domingo pasado se veía venir desde que abrieron la compuerta e inscribieron la candidatura de Orlando Jorge Mera para la secretaría general después de cerradas formalmente las inscripciones.

Y se entendía porque al nuevo “dueño” del PRD le desagradaba Guido Gómez Mazara para esa posición, y parecía el seguro ganador de la contienda interna.

  De manera que no me cuento entre los sorprendidos con el resultado de esa convención, porque sabía que ahí se haría todo cuanto fuera necesario hacer para cerrarle el paso a Guido.

Lo que sí me sorprendió fue que Orlando aceptara ir como títere a un proceso interno con miras a una posición que él había entregado hacía poco, diciendo que completada su gestión no aspiraría a continuar en ella.

 Tampoco pude evitar sentir lástima cuando lo vi  defender como “transparente y limpio” el proceso que terminó en su “elección”, porque todos sabemos que él fue impuesto por el jefe.

Puede decirse con cierta propiedad que si alguien “ganó” la secretaría general del PRD fue el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, quien se impuso como meta llevar a esa posición a “su” candidato, para demostrar la incidencia de su jefatura en esa organización.

Naturalmente, quedó claro que en el PRD nadie puede erigirse en dueño, porque el 40 por ciento logrado por Guido no era posible en ese proceso  sin el voto contestatario contra las trapisondas  para no dejarlo pasar,  y contra las  “órdenes” de aplastarlo por la vía que fuere necesario.

Muchos perredeístas que no apoyaban las aspiraciones de Gómez Mazara votaron por él para no dejarse narigonear.

 Otros lo hicieron para diferenciarse de quienes practican la maquiavélica teoría según la cual “el fin justifica los medios”.

Los nuevos mandamás perredeístas, al parecer no intuyen el temor que su proclividad al avasallamiento infunde hacia fuera de su partido.

El Nacional

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