Opinión

Unas de cal…

Unas de cal…

¡Escojan bien esos radares!

El delicado tema de la compra de radares para la vigilancia aérea del territorio dominicano, como que no ha sido lo suficientemente aireado.

Y no entiendo muy bien por qué el secretario de la  Fuerzas Armadas, teniente general Pedro Rafael Peña Antonio, asume personalmente un asunto del que tal vez debería ocuparse la Fuerza Aérea.

Sobre todo, cuando en su entonces condición de jefe de ese cuerpo militar,  al propio Peña Antonio le correspondió manejar lo del negocio de la compra de los aviones Super Tucano.

 Pienso que un asunto como la selección y compra de los radares que deberán servir de apoyo a esos aviones también debería ser puesto en manos de la Fuerza Aérea, que es la institución a la que le toca manejar esos equipos.

Pero como van las cosas, parece que los dominicanos estamos ante el riesgo de una mala selección de esos radares, lo que se traduciría en ineficiencia e inoperabilidad, y por consiguiente, un mal negocio.

En ese sentido me llamó la atención una reciente advertencia del empresario Nicolas Portolleau, ejecutivo de la firma Thales Raytheon System, subsidiaria de Business Development para América Latina.

Él señalaba que las características de los equipos que procuran las Fuerzas Armadas son reflejo de la oferta de una empresa de poca aceptación en el mundo, que ha perdido ante Thales Raytheon System las dos últimas licitaciones internacionales de radares de última generación.

De acuerdo a esa versión, cuando las fuerzas aéreas modernas se inclinan por el uso de radares de banda “S”, que operan en un rango de frecuencias de 2900 a 3300 Megahertz, los procurados aquí son los de banda “L”, de sólo 165 Mhz, de poca operatividad por tratarse de una frecuencia saturada por las aplicaciones GPS.

Asegura el señor Portolleau que la banda de frecuencias de los radares de banda “S” los hace mucho más prácticos en la lucha contra las interferencias electromagnéticas, un asunto a ser tomado en cuenta.

Así las cosas, si tomamos en consideración esos juicios tendríamos que llegar a la conclusión de que estamos ante el riesgo de una mala elección a la hora de seleccionar los radares que deberán apoyar la vigilancia y defensa de nuestro espacio aéreo.

Y si así ocurriera, estaríamos tirando a la basura una millonada con la que pudiera resolverse alguno de los tantos problemas pendientes de solución que tenemos los dominicanos.

De manera que para evitar suspicacias con una operación que pudiera implicar comisiones, lo mejor sería que se compre los radares que realmente necesitamos.

El Nacional

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