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Universidad pública participación e integración

Universidad pública participación e  integración

Desde la revuelta de Córdoba, las universidades públicas de Latinoamérica han iniciado un proceso de vinculación con la sociedad desde una perspectiva crítico-participativa; esto es, gestando y promoviendo no sólo la acción cultural, sino también las propuestas intelectuales para la mitigación de problemas sociales.

Este proceso de vinculación debe ser el paradigma fundamental para un centro de saber dinámico no cerrado sobre sí mismo.

La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) se ha autodefinido como una institución abierta. Dicha apertura solo es verificable en la no-discriminación para los optantes a titulación. Paradójicamente la UASD está cada vez más alejada de los espacios de debate e integración que la colectividad ha ido creando al margen de los proyectos tradicionales de poder.

Como centro de pensamiento, parece sin propuesta ante los problemas nacionales. Su enclaustramiento ha llegado a tal nivel que no tiene representantes en la mesa de la Estrategia Nacional de Desarrollo. Ausente en los centros de debates y sin un plan operativo que supere la agenda interna docentista, la academia de educación pública se consume en el gremialismo, los apandillamientos y otros males conocidos.

Contando con una Facultad de Ciencias Económicas, pero no participa de la discusión sobre las inversiones estatales; con una escuela de medicina, no tiene propuestas ante los brotes epidémicos; con una escuela de psicología, no presenta planes para la mitigación de la violencia.

Solo acciones individuales y aisladas de profesores con buena voluntad pero sin el respaldo institucional ni la ratificación del Consejo Universitario.

La Universidad Humboldtiana introdujo la investigación como uno de los ejes que, además de la docencia, sostiene la razón de ser de las universidades, pero es con la aparición de las políticas extensionistas, como eje transversal a la docencia y la investigación, que la Universidad devuelve al pueblo el esfuerzo realizado por el Estado para mantener educación superior.

El gran logro del acceso de las masas a la enseñanza profesionalizante es solo una pata del trípode donde se supone se sostiene la UASD. Anquilosada la investigación, solo con presupuesto de nómina; ausente la extensión, solo visible como área de protocolo para la realización de efemérides y panegíricos, la dinámica real de la Academia moderna es más que cuestionable.

Es cierto que los recursos son precarios, pero lo es también la creatividad, la motivación y el trabajo. Muchos emprendimientos requieren más de voluntad que de fondos económicos.

En el caso de la extensión universitaria, resulta penoso y paradójico que el antiguo Departamento de Extensión Cultural presente más logros que todas las gestiones de vicerrectorales juntas, mismas que han puesto en duda la razón de ser de esta instancia académica.

Aspirantes que no tienen competencias para el perfil de un puesto tan vital, la politiquería y el clientelismo han convertido la extensión universitaria en plato apetecible para sujetos que no se consideran elegibles a otras funciones.

Todavía hoy, la comunidad universitaria no conoce a cabalidad el papel de la Extensión Universitaria. Las actividades extramurales que, previo diagnóstico, podría realizar la UASD, en zonas sensibles o vulnerables, impactaría el desarrollo técnico, cultural y hasta político del país; serviría para la realización de pasantía a estudiantes de diferentes carreras y para revivir la figura del profesor extensionista.

Ahora que la UASD ha abierto campaña interna para elegir nuevas autoridades, es perentorio visibilizar la relevancia de una instancia académica que espera ponerse a sí misma en funcionamiento para la necesaria vinculación con las demandas de la sociedad dominicana. Ir hasta las juntas de vecinos, los clubes, las organizaciones civiles, poniendo el oído uasdiano en el corazón del pueblo que no puede esperar más.

La labor extensionista no es letra muerta en el Estatuto Orgánico de una institución que necesita apoyar al país para ser apoyada por el país.

El autor es escritor y profesor de la UASD

El Nacional

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