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VALORACIÓN RECÍPROCA

VALORACIÓN RECÍPROCA

Cuban President Fidel Castro (L) hugs Dominican Republic President Leonel Fernandez in the Santo Domingo airport, April 16. More than 20 Caribbean heads of state were arriving for the second summit of the Association of Caribbean States. Among them were Cuba's Fidel Castro, Venezuela's Hugo Chavez and Colombia's Andres Pastrana. JMG/HB

Fidel Castro:  sus dos visitas a RD
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En esas dos memorables, históricas y honradoras visitas a nuestro país, invitado por el presidente Leonel Fernández, asistido del laudable valor de restablecer las relaciones diplomáticas entre los dos pueblos hermanos, rotas por disposición del generalísimo Trujillo a raíz de las expediciones del l4 y l9 de junio de 1959, el historiador Euclides Gutiérrez Félix, miembro del Comité Político del PLD y de Número de la Academia Dominicana de la Historia, fue el edecán del comandante Fidel Castro, por correcta disposición del presidente Fernández.

 
En cuatro artículos ricamente descritos, publicados en El Nacional los días 26-29 de diciembre último, Euclides Gutiérrez Félix narra las experiencias vividas junto al comandante Fidel Castro en sus dos visitas a República Dominicana, y las gratas emociones que expresó el líder de la revolución cubana por nuestro país, su admiración por las avenidas, Palacio de Gobierno, Museo de las Casas Reales, Palacio de Bellas Artes, avenidas Máximo Gómez, 27 de Febrero, Winston Churchill y Mirador Sur, entre otras observaciones, y al inquirir a su edecán y cicerone quien construyó todo, Euclides respondió: “Fray Nicolás de Ovando, Rafael Leónidas Trujillo y Joaquín Balaguer, los tres estadistas que construyeron la capital dominicana colonial, pre moderna y post moderna”.

 

 
Experiencias que Euclides debiera incluir en lo que serán sus trascendentes memorias, que escribe, debiendo apresurar su culminación y disponer ipso facto su edición.
Un seguro best seller, como su biografía a Trujillo, la más completa y erudita.
En la única honradora visita a nuestro país del comandante Fidel Castro, lo conocí, y lo observé a menos de diez metros de distancia en el Santo Domingo Country Club, aprovechando una invitación que me cedió el embajador José Manuel Castillo Betances (Víctor). Le observé con el pie derecho ligeramente inclinado hacia adentro.
Espigado, en uniforme negro impecable, con la insignia mitad la bandera cubana, mitad el 26 de julio. Impresionante. Seguro de sus pasos, como seguro de su singladura histórica, que lo perfilan y reputan como el líder más conspicuo del siglo XX.

 
Un líder extraordinario. Un estadista con ideología, equivocado para algunos, correcto para la mayoría de sus paisanos, que logró transformar las estructuras y cosmovisión cubana, controlando las bridas del poder por más de medio siglo, con un tenso pulseo mortal a 175 millas del imperio, que intentó más de 600 veces eliminarlo, o aplastar la revolución, fallando en los dos frentes.

 
Una homérica odisea singular, digna de otra oda de Ariosto,
Un dictador, cierto, pero diferente a todos, que superó la medición común con los demás en todo, inclusive en que nunca fue acusado de peculado, ni de morboso criminal, ni disponer de un harén o una fastuosa mansión, Inris recurrentes, como tatuajes, que han marcado, como hechizos indelebles, a todos los dictadores.

 
Su figura, histórica, y reseñas referenciales, menos las consignadas en este trabajo respetuoso, ponderativo y admirativo, se obtienen con pulsar en Wikipedia una sola tecla: Fidel.

El Nacional

La Voz de Todos