De algún modo hay que compadecerse del trabajo que realiza alguna gente en esa atmósfera de pánico premeditado ante un posible ataque terrorista que planea permanentemente sobre una potencia como Estados Unidos.

Estar revisando desde conversaciones triviales y caseras hasta información comprometedora no es precisamente una cáscara en el camino.

Nomás hay que imaginarse, al final, el duro estrés de un analista de inteligencia que se pasa todo un día oyendo hablar pendejadas sobre pendejadas, desenvolviendo chismes, disparates, oyendo plumas de burro (porque tienen que oírlo todo) para después degollar ese cúmulo gigantesco y encontrar, casi siempre en el fondo, lo que interesa a la seguridad de la nación.

Es como destapar un inodoro y después ponerse a clasificar nada precisamente agradable.

Hay que imaginar que no queda mucho tiempo para detenerse a reir o comentar o ponderar ciertas conversaciones íntimas y demasiado íntimas, salvo que éstas envuelvan a alguien encumbrado que tiene recursos y que merece algún seguimiento puntual.

(Estados Unidos es, desde su fundación, una sociedad eminentemente comercial que tiene socios y esos socios están por encima del sentimiento de amistad, salvo que la amistad debe dejar beneficios o no es tal).

De ahí que en sus relaciones con América Latina, si hay que humillar injustamente a un presidente latinoamericano, no se necesitan escrúpulos para hacerlo.

Si hay que desatar una campaña de mal gusto contra un mandatario incómodo, para eso hay suficientes recursos incluso el de renegados, agentes pagados, escoria vestida de decencia que escriben columnas calumniosas en diarios nacionales y más.

Lo primero es el orden sistémico, luego que venga lo que sea, al precio que sea.

El presidente, con premio Nobel y todo, es una figura que conscientemente se entrega, previamente, a ese esquema de dominio o nunca será presidente.

Se trata de reglas de poder sobre las que no hay discusión posible. Ahí las cosas se hacen o se hacen.

Sin embargo, hay gente capaz de usar su cerebro, su conciencia, so formación, su visión ética de la realidad, sus criterios sobre la ley, que le impiden entrar en convivencia con el espectáculo secreto, inconstitucional y espurio de la inteligencia que golpea las libertades públicas sobre la base de las necesidades inmediatas y apremiantes de la seguridad nacional.

Lo de Vietnam y las vaqueradas de los Johnson y compartes que asolaron a Vietnam con agresiones sin precedentes y horrorosas contra aldeas y ciudades de esa zona de Indochina, fue dilucidado por la prensa de entonces sin que aparecieran culpables a los que encausar.

No menos impúdico es el hecho de arrasar una nación petrolera para abaratar ese recurso a favor de grupos poderosos y que después no haya culpables y que los expresidentes hasta se den el lujo de inaugurar bibliotecas y acudir a eventos públicos como si nada hubiera pasado.

Se trata de la política exterior para la cual no hay demócratas ni republicanos. Se trata de quienes mandan realmente en Estados Unidos.

UN APUNTE

Comercio y beneficio

Estados Unidos es una sociedad eminentemente comercial y de socios. Todo lo demás es marginal y secundario.