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Vendedores haitianos copan calles, semáforos y puentes peatonales

Vendedores haitianos copan calles, semáforos y puentes peatonales

Entra en su etapa final la cuenta regresiva (que termina el 16 de junio) de la prórroga concedida por el Gobierno para que los extranjeros indocumentados regularicen su estatus migratorio, porque de lo contrario corren el riesgo de ser repatriados. Aunque la percepción que se tiene es que hay más de un millón de haitianos indocumentado en República Dominicana, la Dirección Nacional de Migración sólo tiene registradas unas 11,236 personas que residen de manera legal en el país.

Estos residentes con documentación están distribuidos de la siguiente manera: Con permiso temporal de trabajo hay 492. Con residencia definitiva 2, y 2 con residencia diplomática. 9 son los ciudadanos haitianos con residencia de inversión. Los documentados haitianos con residencia permanente y residencia temporal son 6,048 y 4,683, respectivamente.

Cómo llegan

Aunque es innegable que los haitianos en nuestra nación se caracterizan por ser personas trabajadoras y honestas. Y que casi en su totalidad se dedican a la construcción, al comercio informal y a trabajos agrícolas, en los últimos tiempos ha habido un incremento, tan desproporcionado de su población en el país, que se ha convertido en un problema de índole social.

Muchos sectores sostienen que la llegada de ilegales haitianos no puede realizarse sin la complicidad de las autoridades de migración, el Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza (Cesfront), y el Ejercito Nacional.

Pero el asunto es más complejo de lo que puede verse a simple vista, ya que la inmigración es un crimen muy lucrativo, pues de ella se beneficia una cadena de individuos que comienza en la misma frontera, con los militares y personal de migración, que son los que tienen el primer contacto con estas personas. Esta cadena termina con lo que serán sus patronos.

Después vienen los encargados de transportarlos, pasando por los diferentes chequeos que tiene el Ejército desde la zona fronteriza hasta llegar a la capital o cualquier parte del país. Pero quizás los que más se benefician son los encargados de contratarlos, sin importar si serán usados en la construcción, en el sector agrícola u otro tipo de negocio.

En las construcciones las personas contratadas por los ingenieros y maestros constructores en su mayoría son de nacionalidad haitiana, el personal que trabaja en muchos de los restaurantes de inmigrantes indocumentados chinos, también son ilegales de la hermana nación.

Pero esto tiene su explicación. Los ilegales, suponen una mano de obra barata, sin prestaciones laborales, sin gastos de seguro médico y ningún tipo de contrato formal. El más perjudicado es el Estado dominicano, pues esto supone una enorme carga social sin recibir nada a cambio.

Cuando se termina el trabajo para el cual son usados, estos ilegales son dejados por sus patronos y se quedan en el país, ya que les resulta más rentable vivir aquí que en su patria, donde la inestabilidad política y la escasez de todo, gobierna. Aquí buscan un sitio donde vivir y mandan a buscar a su esposa e hijos.

Por qué se quedan

A pesar de todas las deficiencias existentes, aquí tendrán agua potable, energía eléctrica, atenciones médicas, alimentos baratos, un lugar donde vivir a bajo costo, una iglesia a donde asistir, pero sobre todo un país con una verdadera estabilidad política, y donde no existe una discriminación generalizada (estos indocumentados se mantienen porque los dominicanos son quienes los contratan y les compran sus productos en las calles).

Al no poder conseguir empleo debido al alto índice de desempleo que existe, y al no tener ningún tipo de documento de identificación, usan el dinero que se han ganado, para montar un pequeño negocio en cualquier lugar, ya que en República Dominicana los ayuntamientos no tienen mecanismo para prohibir su colocación.

Esta es la razón por lo cual a lo largo de muchas de las vías más importantes del Gran Santo Domingo, se instalan frituras. Debajo de los puentes peatonales, forman pequeños negocios, donde se vende frutas, agua y café. En los semáforos, hacen de vendedores ambulantes. Ahora también se colocan en las paradas del metro.

No desplazan, ocupan

La evolución social ha posibilitado que los vendedores de la calle como son: cañeros, coqueros, plataneros, maniceros, maiceros, dulceros, fruteros, etc. que antes eran dominicanos, ahora son haitianos. Las famosas paleteras que pertenecían a hombre y mujeres de aquí, ahora son negocios propios de las haitianas inmigrantes, que las colocan en coches para bebés, y así poder movilizarlas a donde se quiera.

Ya en su gran mayoría son haitianos los que trabajan en el ámbito doméstico en muchos de los barrios de clase media. La doméstica, el sereno, el jardinero, quien pinta, el que repara, etc., es un haitiano indocumentado.

Sin embargo a pesar de todo lo antes descrito, esto no supone que estos inmigrantes hayan desplazado a la mano de obra dominicana, sino por el contrario, es que han ocupado plazas laborales descuidadas o abandonadas por los trabajadores de nuestro país.

Para Juan Antonio Ramírez, albañil de 58 años, una de la razones de la contratación de mano de obra haitiana es que a estos se les paga menos. Los ponen a trabajar hasta diez horas diarias y les pagan por un día. “Cuando a usted lo traen de un sitio donde no hay de nada, y lo ponen a trabajar y le dan la comida, uno hace lo que sea y no protesta”, explicó.

“Además recuerde que a esos haitianos los ponen a dormir en la misma construcción y cuando termina la obra los sueltan sin nada. Si uno de ellos se enferma o se da un golpe, lo mandan para un hospital y ya. A los dominicanos tienen que pagarnos un precio justo y meternos en eso de la Seguridad Social, que es lo que no quieren”, agrego, Ramírez

Mayor población

En las calles del Mercado Nuevo de la Duarte y en la esquina de la avenida Máximo Gómez con Ovando, específicamente las ventas de productos agrícolas al detalle, es otro de los negocios que ya son dominados por haitianos. El concho, especialmente en Villa Faro y Mendoza, una comunidad con un gran porcentaje de haitianos, es ahora dominado por ellos.

El dato

Legalización

En el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros también se ejecuta el proceso de registro de nacimiento de hijos de extranjeros en situación migratoria irregular, instituido por la Ley No. 169-14 y su Reglamento de Aplicación Decreto No. 250-14.

En números

458 mil
inmigrantes
haitianos había en el país en 2012, según la Encuesta Nacional de Inmigrantes de ese año, de los que sólo 11,236 residían legalmente. Ahora hay muchos miles más.

El Nacional

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