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Vicios pequeños burgueses dominan a los líderes del PLD 44 años después

Vicios pequeños burgueses dominan a los líderes del PLD 44 años después

El presidente Danilo Medina; el presidente  del partido, Leonel Fernández, ni el secretario general, Reinaldo Pared Pérez, cumplen con el lema de la organización:  “Servir al partido para servir al pueblo”

El 44 aniversario del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que surgió como negación a los partidos del sistema de entonces, lo encuentra en una situación deplorable, donde ni siquiera la misma dirección política del partido y sus principales líderes respetan ni creen en la organización que con tantos sacrificios construimos muchos buenos dominicanos encabezados por Juan Bosch en 1973, cuando me organicé por primera vez en un círculo de estudios en mi natal San Pedro de Macorís, bajo la dirección de Manuel Peguero.

El lema del partido, que aún repetimos como papagayos, dice “Servir al partido para servir al pueblo”. Sin embargo, lo menos que hacemos los líderes es servir al partido, ya que el consumismo y los vicios pequeño-burgueses que tanto Juan Bosch nos orientó sobre sus males, son los que dominan el quehacer de nuestros dirigentes, sobre todo aquellos que han logrado estar en posiciones de mando en los diferentes estamentos del Estado.
Comenzando por el presidente del partido y el secretario general, como máximas autoridades, son los primeros que no asumen como tales la práctica política, y el presidente del país, que salió del seno del órgano político superior, tampoco cree y asume la organización como la base fundamental del quehacer político y social de la democracia.
En el más reciente congreso, Comandante Norge Botello, se dictaron reformas y decisiones que todavía a varios años de realizarse ninguna se ha llevado a la práctica, lo que nos hizo más daño que bien, ya que perpetuamos las direcciones políticas del partido sin importar las perversidades que muchos habían cometido bajo el manto de la impunidad grupal que tanto daño ha hecho a la organización, ya que cada malo se mete bajo la sábana de sus protectores.
No hacen caso
El PLD ha sido exitoso en muchos aspectos, y sus gobiernos han logrado un gran crecimiento sostenido de la economía y otros factores sociales, pero como organización ha sido anulada en la toma de decisiones por los que les ha tocado dirigir la nación. El compañero Leonel Fernández dirigió el gobierno con los dirigentes más cercanos a él en cada momento, y la organización, o mejor dicho el Comité Político, le permitió hacer su gobierno sin injerencia. Así también ha venido sucediendo con la presidencia del compañero Danilo Medina.
Particularmente, siempre he cuestionado que si el partido es el que somete a la población el Programa de Gobierno y los candidatos, es un engaño que luego de instalado el gobierno y sus ministros, autoridades congresionales y municipales, el partido queda totalmente nulo, sin que nadie dé seguimiento a las trayectorias de esos compañeros elegidos o nombrados, quienes se hacen dueños y señores de las posiciones otorgadas. Esto ha erosionado la unidad y calidad del partido y nuestros gobiernos. Muchos funcionarios han tenido administraciones desastrosas, sin que haya sanción ni cuestionamiento por parte de la organización. Ello es un irrespeto a nuestros votantes. Es no ser éticos ni responsables.
Falsa preocupación
Hoy todos decimos preocuparnos por la unidad, pero hasta aquí vemos más hipocresía que verdadera preocupación, porque no vemos planteamientos y ejercicios reales sobre construir una verdadera unidad para que el partido asuma su papel ante la sociedad como ente renovador e impulsor del desarrollo humano. Porque la única preocupación de los dirigentes del PLD es perder el poder por sus luchas intestinas por el dominio de los espacios de dirección y fuentes económicas. Esto último, en definitiva es lo que más fuerza tiene en la lucha por la obtención de la hegemonía del partido, y lo que más daño hace al partido y la democracia. Nos salva el hecho de que no tenemos una oposición con responsabilidad y respeto.
Algunos compañeros muy preocupados por el estado de la organización sostenemos que los dirigentes con responsabilidades en la direcciones, tanto del partido como de gobierno, están entregando poco a poco el poder a la oposición, como resultado del descalabro de la calidad del liderazgo. El poco de respeto y temor que sienten todavía algunos compañeros por los dirigentes no se debe a su liderazgo sino al hecho de que estamos en el gobierno. Muchos creen que lo podemos mantener, pero las bases del partido no sienten respeto hacia ellos.
Concretamente, no tenemos un partido político. Podemos llamarlo de cualquier otro modo. Porque la organización no existe si sus miembros no sostienen reuniones regulares para hacer planes estratégicos sobre los fines para los cuales se juntaron, no tienen procesos porque no tienen labores, metas, objetivos, etc. Cuando reunimos a un grupo de compañeros nos damos cuenta de que en su mayoría los mueve el interés particular de un jefe por razones económicas, familiares o de amistad o convergencias de intereses, pero no porque busquen realizar un proyecto a favor del país. Los líderes imponen su voluntad y definen hacia dónde ir sin que ello sea producto del consenso de los organismos políticos con planes de desarrollo claros y precisos.
En el PLD el órgano superior de dirección está compuesto por más de 30 miembros que son escogidos por el Comité Central, que es el organismo superior de la organización, y este órgano, el Comité Político, tiene dos jefes, que se tienen miedo, no respeto. Miedo de sentarse y definir cuál debe ser el futuro de la organización y del país.
Peores son los demás miembros, que se comportan como borregos para levantar las manos apoyando o una u otra de las posiciones de los dos máximos jefes. Y eso es no respetarse. No tienen el coraje de renunciar a los cargos políticos-económicos y perder el favor de cada jefe. Y este órgano solo discute los asuntos particulares de los grupos o jefes de posiciones. Hace ya mucho tiempo que los peledeístas desarrollan a una buena discusión sobre problemas y soluciones de nuestra sociedad.
Por estas razones, hace tiempo que dejamos de ser un partido político.
Pobreza y desorden
En todas las actividades, empresas, proyectos que he dirigido, nada se lleva a cabo sin antes diseñar un plan estratégico donde los actores se involucren. Eso lo aprendí en los círculos de estudios que estos viejos peledeístas que dirigen el Estado nos enseñaron por instrucciones de los estatutos del partido boschista. Pero al parecer una gran parte de ellos olvidó lo importantes que son para optimizar los recursos, sobre todo cuando son tan limitados como los nuestros. Las direcciones en todos los niveles no planean nada. No hacemos los famosos análisis Foda para saber dónde estamos, a dónde vamos, en qué somos fuertes, qué oportunidades tenemos antes nuestras debilidades y amenazas.
Hoy tenemos una agrupación con esperanza, donde converge mucha gente buena con ansias de hacer el bien, de luchar por nuestro pueblo. Pero tenemos que estar cruzados de brazos, viendo a nuestros líderes esperando que las cosas caigan del cielo resueltas. Nuestros dirigentes solo hablan pero no se escuchan, no se solidarizan, no son proactivos, no tienen al pueblo en sus mentes, no priorizan las cosas. Y la lucha ahora es por el padrón, como si eso fuera la panacea de los males que están ahogando a la sociedad y para lo cual nos eligieron.
El PLD necesita una renovación profunda, porque estamos entregando el poder, y lo peor de todo es que para peor, porque no se vislumbra una oposición con calidad y capacidad por encima de la nuestra. Por ello, podría pasar un cataclismo social que todos lamentemos. Pero nuestros dirigentes máximos ya no están en capacidad de mirarse a la cara y poner sus intereses particulares de lado, porque ellos se sienten por encima de la patria, se consideran los principales y ninguno va a dar su brazo a torcer.
Por ello, ya que los comandantes no hacen nada, debemos ser los sargentos quienes tendremos que hacer la revolución interna si queremos que no sucumba la organización.
Graves problemas
Ya tenemos 17 años en el poder y por más que nuestra publicidad hable de los grandes logros de los gobiernos peledeístas, está clarísimo que no hemos resuelto los problemas fundamentales que agobian al pueblo. No hemos sido capaces de romper la estructura del Estado que favorece a los más ricos. Hemos dejado que desde el Gobierno se hagan las transacciones más dañinas y estamos plagados de mafias que erosionan el erario. Todavía el Gobierno recurre a las funditas, dádivas, populismo, porque el país está lleno de miseria, con grupos que ni para comer tienen, a pesar de que la economía ha crecido por encima de la de todos los países de la región. No hemos sido capaces de hacer disminuir la pobreza en ese mismo sentido por mantener los privilegios aberrantes de sectores perversos de la sociedad.
Al parecer, vamos a salir del gobierno sin solucionar el caos del transporte por falta de voluntad; sin resolver el tema de la salud, donde se invierten tantos recursos sin orden, sin planes, sin solidaridad, sin conciencia, desde los funcionarios hasta las enfermeras y médicos.
Problemas de delincuencia y corrupción, con su base más dañina, que es la impunidad, porque no tenemos en muchos casos la voluntad de someter a la justicia a nuestros compatriotas y compañeros, que hoy aún muchos son líderes nacionales. Se los estrujamos a la sociedad como honorables hombres y mujeres.
Un partido que se enorgullecía de ser moderno y progresista no ha sido capaz de reformar el gobierno, lleno de instituciones innecesarias, de botellas gastando recursos con empleos inútiles que solo envilecen la condición de la dignidad humana para los que cobran salarios sin aportar nada a cambio, por un populismo barato que encarece la burocracia. Malgastando en eso el dinero que necesitamos para reducir la pobreza de una manera más conveniente y sostenible.
El PNUD, en su Índice de Desarrollo Humano plantea la desgarradora cifra de que el 22% de las mujeres de 12 a 19 años han quedado embarazadas, siendo República Dominicana, con 34%, el país más alto de Latinoamérica y el Caribe. Eso empuja al círculo de pobreza a esa enorme cantidad de jóvenes y les impide salir de la miseria y eso ha sido en casi dos décadas de gobiernos del PLD, por carecer de políticas públicas con los barrios y la juventud, lo que viene incrementando la violencia intrafamiliar, el feminicidio y la delincuencia.
La sociedad cada vez cuenta con menos capital social. Se pierden los valores, la convivencia social, la solidaridad, la urbanidad. Entonces ¿a quiénes vamos a culpar de todo ello, si el PLD ya tiene 17 años en el gobierno con una economía generando recursos?
¿A quién vamos a culpar del desorden migratorio, donde a todo el que le da la gana viene a instalarse en el país sin cumplir reglas, dejándole espacio a delincuentes, atracadores, timadores procedentes de todos los países, porque aquí es fácil andar en las calles sin orden, sin placa, sin seguros, sin respeto; y con la espada de Damocles sobre nuestros hombros como es el vecino país Haití.
Es urgente que actuemos porque estamos de espaldas a los grandes males de la sociedad, solo ensalzándonos del buen manejo de la economía, del crecimiento económico y de la baja inflación, mientras los dominicanos nos vamos deteriorando como sociedad y esto es una responsabilidad del PLD porque no solo tiene 17 años en el gobierno, sino que ha manejado todos los poderes para hacer los cambios necesarios y es la organización política en que la sociedad confía para conseguir el progreso y desarrollo esperado.

Dirigentes del PLD en el almuerzo ofrecido ayer en ocasión del 44 aniversario de la fundación del partido.

Dirigentes del PLD en el almuerzo ofrecido ayer en ocasión del 44 aniversario de la fundación del partido.

El Nacional

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