La lucha entre el danilismo y el leonelismo está en su nivel más álgido. El combate es solapado, pero encarnizado. Los estrategas de ambas ”tendencias” afinan sus tácticas: la élite danilista procura conservar el poder y los ex ministros de Leonel añoran volver a mandar y a saldar algunos maltratos de la presente gestión.

El avispero reeleccionista ha mostrado el talón de Aquiles del presidente Danilo Medina: los sectores productivos apuestan a un buen gobierno, pero temen que dicho proyecto desarticule una economía que ya arrastra un déficit fiscal de 200,000 millones. Intentar imponer la reelección en base a los sobrecitos, sería una práctica leonelista que mermaría la popularidad del presidente Medina, pues su aceptación está arraigada en su estilo, que lo distancia del ex mandatario.

El proyecto reeleccionista está atascado, pero ha sido nuevamente relanzado desde el mismo palacio presidencial. Si fuera un plebiscito, donde el ejecutivo sometiera a los ciudadanos y ciudadanas sus deseos de reelección, todo estuviera resuelto, pero nuestra Carta Magna contempla en su artículo 210 la figura del referéndum.

¿Y que dice el artículo 210? ”Las consultas populares mediante referendo estarán reguladas por una ley que determinará todo lo relativo a su celebración, con arreglo a las siguientes condiciones: 1) no podrán tratar sobre aprobación ni revocación de mandato de ninguna autoridad electa o designada, y 2) requerirán de previa aprobación congresual con el voto de las dos terceras partes de los presentes en cada cámara”.

La oposición apuesta a la candidatura de Leonel, pues Danilo sería imbatible, sólo que, la única manera de que el presidente pueda terminar bien y salir por la puerta que lo conduzca a la historia como un gran gobernante, es garantizando que su gestión finalice con logros ostensibles.

Ahora basta saber si Francisco Javier, Reinaldo Pared, Temístocles Montás y Radhames Segura son proyectos serios que perdurarían hasta el final.