Opinión

VISIÓN GLOBAL

VISIÓN GLOBAL

Es probable que entre los comunicadores de alguna relativa nombradía, yo sea uno de los que menos razones personales tengan para defender al ex presidente Leonel Fernández Reyna. Y cuando decimos razones personales, se asume que hablamos de las ventajas que generalmente se derivan de las relaciones con el Poder, máxime en sociedades donde los presidentes dan para todo.

A pesar de lo antes señalado, creo que eso no impide que mi opinión contribuya a salir al frente a las diatribas que una maquinaria mediática infernal ha volcado sobre el ex gobernante.

Y lo hago, no porque crea que Leonel Fernández me necesite, pues suficiente artillería tiene, sino porque no es justo que se vierta tanto lodo sobre una persona que, hasta prueba en contrario, ha dirigido su país con buena fe.

Sin embargo, hay que conectar todo esto con lo que exponía en la entrega anterior, es decir, la puesta en marcha del “efecto Gortari”, mediante el cual se buscaría hacer de Leonel una especie de Carlos Salinas de Gortari, versión caribeña, quien fuera proscrito al abandonar la Presidencia de México.

Así como a Salinas de Gortari se le cerró el camino hacia la Oficina Mundial del Comercio, OMC, se dice que se quiere hacer otro tanto con Leonel de cara a las elecciones del año 2016 o hacia posibles pretensiones suyas de escalar planos superiores a nivel internacional.

No creo que el ex jefe del Estado le haya dicho a nadie que aspira a dirigir la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA), u otro organismo mundial o regional. Pero, como han pintado las cosas, si alguien alguna vez ha podido ser siquiera mentalizado para tales planos, es Leonel Fernández.

De ahí que 2016 y esa supuesta pretensión de aspirar a algo fuera de su país son elementos suficientes para que los adversarios del presidente del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, pierdan el sueño.

Y de ahí, por igual, que contra él se desaten las embestidas más despiadadas, a veces con argumentos tan torpemente manejados como su sometimiento judicial por el déficit fiscal.

El Nacional

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