Opinión

VISIÓN GLOBAL

VISIÓN GLOBAL

El 16 de agosto de 1986, como recordará la mayoría, se consumó el retorno de Joaquín Balaguer al Poder tras 8 años de oposición, y no fueron pocos los que alegaron que ese regreso fue facilitado por Salvador Jorge Blanco, quien entendía que Jacobo Majluta, aunque de su mismo partido, le sería más hostil que el contrario recién investido.

 Pasaron apenas unos meses para que Jorge Blanco se convenciera del enorme error, ya que para entonces se había puesto en marcha una demoledora campaña judicial y mediática que en poco tiempo lo llevaría a escapar, vestido de mujer, a refugiarse en la residencia del embajador de Venezuela.

 Posteriormente, aguijoneado por las más diversas acusaciones y diatribas, Jorge Blanco fue recluido en una clínica de la capital, luego sacado del país para internarse en un hospital de Atlanta, desde donde regresaría como un reo condenado en contumacia a veinte años de presidio por corrupción y otros cargos penales.

 A quien supuestamente había favorecido desde el Poder, estaba ya erigido en un verdugo que lo anularía políticamente para siempre.

 Como se recordará, es la experiencia más dramática de que tenemos registro más o menos reciente, de lo que significa trabajar para el enemigo en contra de un compañero de partido.

 Ahora, con miras a las elecciones  de 2012, hay quienes aseguran que a Leonel al menos no le molestaría que ganara un opositor frente al candidato de su  partido. Incluso le ponen nombre y apellido: Danilo Medina.

 Para quienes así piensan, los quiero remontar a un incidente mucho más reciente que la saga de Jorge Blanco.

 Pocos meses después de Leonel salir del Poder en 2000, funcionarios del recién estrenado gobierno de Hipólito Mejía, ayudados por las bocinas mediáticas del PRD, comenzaron a reclamar que el ex  mandatario y sus colaboradores cercanos fueran enjuiciados por supuestos actos de corrupción.

 Presionado por esa campaña, Fernández se presentó a la Procuraduría General  a reclamar que se le sometiera a la Justicia si había méritos para una acusación.

Todos recordarán que la respuesta del Gobierno fue el uso de la Policía, dirigida por  Pedro de Jesús Candelier -dejado en ese puesto por Fernández- que lanzó tantas   bombas lacrimógenas contra Leonel y sus partidarios, que hubo que hospitalizar a varios de ellos, incluyendo al ex vicepresidente,  Jaime David Fernández Mirabal.

El Nacional

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