Opinión

¡Vivan los traidores!

¡Vivan los  traidores!

Dice mi padre que un solo traidor puede con mil valientes”. Esta parte del poema del argentino Alfredo Zitarroza, popularizado por Sonia Silvestre en la canción “En mi país”, cae como anillo al dedo a quienes pretenden conseguir desde la sombra lo que otros han logrado a la luz del Sol.

La palabra traición surgió por primera vez cuando Abel, el segundo hijo de Adán y Eva, fue asesinado por su hermano Caín, quien envidiaba el tratamiento que Dios daba a su hermano.

Pero esta expresión adquirió más valor cuando Judas Iscariote, considerado el traidor más grande de todos los tiempos, por apenas 30 monedas de plata dio a conocer al Sanedrín el lugar en el que podían capturar a Jesús, el hijo de Dios, sin que sus seguidores intervinieran. En el evangelio según San Lucas se menciona que el discípulo fue guiado por Satanás para cometer la traición.

Otro hecho de traición universal fue el de Marco Junio Brutus, muy querido por el emperador romano Julio César, quien era su padre adoptivo, y motivado por sus ambiciones de poder asesinó al emperador durante una sesión del Senado.

Narran los historiadores que al ver la daga en la diestra de Brutus, César exclamó: “Hasta tú Brutus” y no opuso resistencia.

En una ocasión, el mismo Dante Alighieri calificó a la traición como el hecho más bajo y ruin del ser humano, y representó a varios de los míticos traidores de la humanidad en su obra cumbre La Divina Comedia, los colocó en el último círculo del infierno.
Estos episodios de la humanidad demuestran que la traición forma parte de la naturaleza de los mediocres y está presente en el arte, la cultura, el deporte, y por supuesto en el ejercicio del periodismo.

Ser adversario público de alguien o contrariar una posición es un acto noble que merece reconocimiento, pero vender la imagen de amistad en el día y luego aprovechar la oscuridad de la noche para con daga en mano apuñalar la confianza, es una deslealtad que merece el castigo del infierno.
Los traidores siempre serán basura, no importa la justificación ni el escenario en el que actúen en la sociedad. De modo que corresponde a los honestos y trabajadores sobrevivir en medio de este vertedero.

El Nacional

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